Por Alejandro Prieto
Montevideo, 28 may (EFE).- De palabras precisas y fina ironía: así recuerda el expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti al célebre escritor Juan Carlos Onetti (1909-1994), con quien, en sus días de periodista, coincidió en la redacción del extinto diario Acción.
A días de cumplirse 30 años desde su fallecimiento en Madrid, ocurrido el 30 de mayo de 1994, el dos veces presidente de Uruguay (1985-1990 y 1995-2000) recuerda en una entrevista con la Agencia EFE la cálida amistad que, a lo largo del tiempo, mantuvo con el «formidable» autor de obras como ‘El pozo’ y ‘La vida breve’.
«Lo conocí en la reacción del diario Acción, a donde vino a recalar luego de su estadía en Buenos Aires», recuerda sobre cómo hacia 1955 conoció a un Onetti que, dice, llegó al periódico fundado por el presidente Luis Batlle Berres (1947-1951) por intermediación de Carlos Maggi y Manuel ‘Maneco’ Flores.
Si bien al autor lo precedía su imagen de «personaje un poco enigmático» que usaba un enorme sombrero borsalino -del que, como contó Sanguinetti a EFE en 2009, había «una leyenda por un agujero que tenía»-, una vez cercano el hasta hoy referente del Partido Colorado lo encontró «particularmente grato y con un elevado sentido del humor».
«Mantuvimos siempre la misma amistad, cálida, no de demasiadas palabras, porque él no era de demasiadas palabras, pero sí de palabras precisas y fina ironía», asegura.
A lo que remarca que conoció mejor la faceta periodística del creador de la ciudad ficticia Santa María, en la que ambienta muchos de sus cuentos y novelas, Sanguinetti rememora algunas anécdotas de ese reportero, que, antes de en Acción, se desempeñó en Montevideo en la agencia Reuters y en Buenos Aires en revistas como Ímpetu o Vea y Lea, mientras que durante sus años en España colaboró con la Agencia EFE.
Así, dice no olvidar, por ejemplo, cuando Batlle Berres -al que, acota, Onetti admiraba al punto de que le dedicó especialmente una de sus obras más famosas, ‘El astillero’- se batió en duelo a sables con el general Juan Pedro Ribas y ambos esperaron el llamado de su compañero, el «verborrágico» español Miguel Ortiz Valverde, para transmitirles lo ocurrido.
«Estábamos los dos lápiz en mano, atiende Onetti y empieza a desencadenarse el rollo de Ortiz Valverde que hablaba y hablaba y en cierto momento Onetti exclama ‘¡por favor, gallego ¿cómo está don Luis, carajo?!’ y luego hace el gesto con el lápiz, que rompe al medio», cuenta.
Décadas más tarde, cuando el escritor ya se había exiliado en España luego de pasar 81 días detenido por las fuerzas represivas de la dictadura (1973-1985) junto a los demás miembros del jurado que premió un cuento que consideraron «subversivo», Sanguinetti recuerda su llamado para felicitarlo por ganar el Premio Cervantes, en 1980.
«Le digo ‘Juan Carlos, para darte un abrazo ¿cómo estás?’ y dice ‘¿Cómo estoy? podrido de Onetti’-risa- Me dijo ‘mirá, no aguanto más la prensa, no aguanto más nada’ y era con esa fina ironía», recuerda.
El exmandatario asegura que, como le llegó a decir «un poco en broma, un poco en serio» en 1985 cuando siendo presidente viajó a otorgarle en Madrid el Premio Nacional de Literatura, queriendo «hacer daño» la dictadura le hizo «un bien», pues su exilio le dio «una visualidad en todo el mundo hispánico que hasta ese momento no había tenido».
Por otro lado, preguntado sobre una reflexión sobre la pérdida del escritor, Sanguinetti dice que «el final de la vida de un creador siempre genera esa sensación de amputación, de pérdida, de que podía estar, naturalmente, creando siempre».
«En todo caso creo que Onetti dejó una obra tan de particular relevancia que con el tiempo solo va ganando en tamaño y en consideración», redondea.