Por Jairo Mejia
Washington, 14 jul (EFE).- Un reportero de la Agencia EFE y un fotoperiodista de la European Pressphoto Agency (EPA) fueron testigos, a pocos metros, del intento de asesinato del expresidente republicano Donald Trump ocurrido este sábado en Butler (Pensilvania) e informaron en medio del caos y la confusión que provocó el magnicidio frustrado con reacciones y decisiones que midieron en segundos.
El corresponsal de EFE Guillermo Azábal, quien el día anterior viajó desde Nueva York a Butler para cubrir el mitin del aspirante republicano a la Casa Blanca, lo tenía todo listo para informar sobre su último acto de campaña antes de la convención del Partido Republicano que comienza este lunes en Milwaukee (Wisconsin).
Azábal estaba atento a las palabras de Trump, ya que podía dar pistas sobre su posible candidato a vicepresidente, sin saber que a los diez minutos de que iniciara el discurso iba a presenciar el primer intento de magnicidio desde que hace cuarenta años John Hinckley intentó asesinar a Ronald Reagan.
«Estábamos a unos diez metros de Trump y la primera señal de que algo iba mal fue un sonido como de petardos muy rápido y alguien del Servicio Secreto que grita: ‘¡Al suelo!’. En ese momento, mi vista del escenario estaba totalmente despejada, pero Trump estaba debajo del atril. Yo me agaché y llamé para informar en ese mismo momento», relata Azábal.
Última Hora: «Logran evacuar a Trump»
El reportero telefoneó a la central de EFE Estados Unidos en Washington desde el suelo, con los gritos de asistentes y el traqueteo de los de disparos contribuyendo al caos general, para poder transmitir a los clientes de la agencia un «Ultima Hora: Logran evacuar a Trump de mitin en Pensilvania después de un tiroteo», un envío que contó con la ayuda de la Mesa Editorial de América, en Bogotá, para asegurar que llegara a todos los clientes de la Agencia.
Para entonces, Azábal había podido confirmar con sus ojos una escena que duró apenas unos segundos: Trump reaparece con sangre en la cara, busca un zapato, grita, mira desafiante al frente y levanta el puño. Y todo eso, mientras agentes del Servicio Secreto sacaban al exmandatario del peligro en volandas.
«Cuando Trump levantó el brazo, la atmósfera cambió de inmediato. Los que estaban acobardados en el público se levantaron y comenzaron a corear consignas. Algunos hasta gritaban ‘es nuestro salvador'», describe Azábal refiriéndose al momento esencial que ha elevado a Trump a una figura casi mística.
Para el fotoperiodista de EPA David Maxwell, los segundos posteriores al momento en que Trump se lleva la mano a la cara por el roce de la bala disparada por el joven de veinte años Thomas Matthew Crooks, fueron todavía más críticos.
«En ese momento es cuando me digo tengo que registrarlo y no sé ni el tiempo que pasó, unos segundos. Necesitaba varias capturas y seguir a Trump: Trump en el suelo, Servicio Secreto encima, tiradores aparecen al frente, Trump emerge con sangre en la cara; grita con el puño alzado», explica la memoria fotográfica de Maxwell, natural de Ohio.
«Tuve la suerte de que al salir por el lado izquierdo del escenario dispuse de mucho más recorrido de toda la acción. Cuando desapareció en el vehículo blindado, lo que pensé fue ¿Qué es lo siguiente?», recuerda el fotoperiodista de EPA dejándose guiar por su veterano instinto.
Ambos periodistas, pertenecientes a dos agencias hermanas y socias desde hace muchos años, recalcan que el momento más preocupante fue cuando un grupo de fanáticos de Trump empezó a culpar a la prensa del intento de asesinato y se les acercaron profiriendo insultos y con la intención de golpearles.
Pero su trabajo ya estaba dando la vuelta al mundo.
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