Operación Perla Negra III: Crónica de una redada implacable

Desde la Redacción de Carmelo Portal

La mañana empezaba con el crujido del metal y los ladridos de los perros. Las calles de Colonia yacían tranquilas, en un falso sosiego que anunciaba la tormenta. En el aire pesado, los murmullos de la ciudad eran apagados por el rugido de los motores policiales, marcando el inicio de la Operación Perla Negra III.

La Brigada Departamental Antidrogas, con precisión quirúrgica, llevó a cabo 29 allanamientos simultáneos, una coreografía meticulosamente planeada que abarcó desde las calles de Juan Lacaze hasta los barrios bulliciosos de Montevideo y las tranquilas vías de Río Negro. Un enjambre de efectivos de la Guardia Republicana, agentes de la Unidad de Sensores Remotos de la Fuerza Aérea, y los siempre vigilantes de la Policía de Colonia, convergieron como un solo organismo en busca de su presa .

El resultado fue contundente: 285,69 gramos de marihuana, 305,45 gramos de cocaína, 1.418 gramos de pasta base, 10 balanzas de precisión, y 75.640 pesos incautados. Cuatro vehículos fueron confiscados, junto con municiones de diferentes calibres, 57 celulares y diversos objetos utilizados para la venta de estupefacientes .

Pero los números no cuentan toda la historia. Las sombras humanas que se deslizaron por los rincones de las casas allanadas cuentan otra parte del relato. Diecinueve hombres y trece mujeres, sus rostros grabados por el miedo y la desesperación, fueron detenidos. Para algunos, la justicia dictaminó penas de prisión efectiva; para otros, prisión preventiva mientras se resolvían sus destinos en los tribunales de Colonia .

Entre los condenados, los nombres resonaban con la solemnidad de una sentencia final: J.M.L.L. y D.M.G.B. enfrentan cinco años y seis meses de penitenciaría por comercialización de estupefacientes y asociación para delinquir; P.D.R.G. recibió dos años y tres meses por asistencia al narcotráfico y tráfico de armas. Cada nombre era un capítulo de una novela oscura, donde la ley y el crimen bailaban una danza mortal .

El jefe de la operación, Crio. Gral. (R) Fabio Quevedo, destacó el esfuerzo conjunto de todas las fuerzas implicadas. «El éxito logrado no hubiera sido posible sin la colaboración, dedicación y el gran esfuerzo de los efectivos de Colonia, de la Unidad de Sensores Remotos de la Fuerza Aérea, de la Guardia Republicana, del Instituto Nacional de Rehabilitación y las Jefaturas de Policía de Montevideo, San José y Río Negro» .

Sin embargo, la operación también dejó escapar algunas sombras. Cinco personas, claves en la red criminal, no fueron ubicadas y siguen siendo buscadas intensamente. La redada, aunque exitosa, dejó un resquicio de incertidumbre, una señal de que la batalla contra el narcotráfico está lejos de terminar .

La Operación Perla Negra III, con su despliegue de fuerzas y su precisión casi militar, no solo buscaba drogas y armas, sino que también pretendía arrancar de raíz el entramado del narcotráfico en la región. Cada detención, cada gramo de droga incautada, era un golpe al corazón de una hidra que, aunque debilitada, aún respira.

En la fría y distante luz de la mañana siguiente, las calles de Colonia y los otros pueblos volvieron a su rutina, aunque con la sombra de la operación aún presente. Las autoridades saben que el trabajo no ha terminado, y mientras algunos celebran la victoria, otros planifican ya la próxima operación, el siguiente paso en esta guerra interminable contra el narcotráfico.

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