Por Silvia Rodríguez-Collazo (*)
Uruguay ha crecido muy poco en los últimos años y eso es motivo de gran preocupación. Se alega, frecuentemente, que el magro crecimiento ha sido consecuencia de dos shocks negativos que ha sufrido nuestra economía desde el inicio de la Administración del Presidente Lacalle Pou: la pandemia y la sequía.
En la medida en que estos eventos afectaron a buena parte de los países de la región, es interesante realizar un análisis comparado, a través del cual puedan evaluarse las repercusiones de los mismos, considerando información cuantitativa respecto a la forma en que se han comportado las economías que se vieron afectadas por ambas perturbaciones, específicamente Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, y tratando de aportar evidencia que ayude a responder a las siguientes interrogantes.
¿Cuán profunda fue la contracción que sufrieron estos países en el epicentro del shock provocado por el COVID-19?
Sin lugar a dudas, la pandemia del COVID-19 tuvo un efecto recesivo en el nivel de actividad económica mundial. No obstante, la recuperación de este evento no ha sido homogénea entre países. En particular, a casi tres años del momento de mayor impacto, las economías consideradas han mostrado patrones diferentes de recuperación.
En base a datos oficiales del PIB a precios constantes, la magnitud de la contracción que sufrieron los países considerados durante el año 2020 (en comparación con 2019) fue de diversa magnitud. Argentina fue el país más afectado, donde se produjo una caída del 10% del PIB, seguido por Uruguay, donde la contracción alcanzó al -7,4%, y, luego Chile cuyo PIB se contrajo el 6,1%. En otro escalón se encuentran Brasil, donde el PIB cayó -3.3% y Paraguay en el que el impacto negativo fue de apenas el -0.8%. Esto último se explica porque la economía paraguaya en 2019 había sufrido las consecuencias de una grave sequía, que afectó severamente a la agricultura y había producido una reducción del nivel de actividad del 0,4%. Por tanto, Argentina, Uruguay y Chile fueron los países que sufrieron un impacto mayor como consecuencia de la pandemia.
Figura 1: Evolución del PIB desestacionalizado de Argentina, Brasil Chile, Paraguay y Uruguay
Fuentes: Banco Central de Argentina, Banco Central de Brasil, Banco Central de Chile,
estimaciones propias en base a datos del Banco Central de Paraguay y Banco Central de Uruguay.
Nota: Se establece la base de comparación en el promedio del nivel de actividad del año 2019
¿Cuánto tiempo les tomó a los países recuperar los niveles de actividad correspondientes al año previo a la pandemia?
Para responder a esta pregunta se debe recurrir al análisis de datos desestacionalizados del PIB, los que excluyen aquellas variaciones intra-anuales de naturaleza estacional. La información disponible indica que en Paraguay, Brasil y Chile en el primer trimestre de 2021 la actividad económica ya había recuperado los niveles promedio del año 2019. Aunque el número de contagios y muertes por COVID-19 continuaron durante 2021, el notorio aumento de la movilidad comenzó a registrarse en todos los países, impactando positivamente sobre los niveles de actividad económica. La economía que mostró un menor efecto en su nivel de actividad fue Paraguay. Solo durante el segundo trimestre, el PIB se ubicó por debajo del promedio de 2019. El resto de los países consiguen iniciar la recuperación en el transcurso de 2021. Los primeros en mostrar signos de recuperación fueron Brasil y Chile. Recién en el cuarto trimestre de 2021, Argentina y Uruguay alcanzan los respectivos niveles de actividad que tenían previo a la pandemia.
¿Cuál fue la cadencia con que se produjo esa recuperación?
Una vez superados los efectos de la crisis sanitaria los países de la región se han mantenido, en general, en niveles del PIB superiores a los de 2019. La dinámica de la recuperación ha sido diversa. La economía de Chile tiene una importante recuperación en 2021 y luego se estabiliza. En Uruguay el nivel de actividad tiene un impulso positivo que lo lleva a crecer moderadamente durante 2021 y 2022 y estancarse en 2023. Por su parte, Brasil y Paraguay han logrado ampliar la brecha positiva respecto de los niveles de actividad previos a la pandemia.
Cuadro 1: Tasas anuales de crecimiento del PIB a precios constantes
Fuente: Banco Central de Argentina, Banco Central de Brasil, Banco Central de Chile,
Banco Central de Paraguay y Banco Central de Uruguay.
¿Qué efectos tuvieron las sequías que afectaron a las economías de la región?
El déficit hídrico que desencadenó en una fuerte sequía, tuvo consecuencias en diferentes momentos del tiempo y con diversa intensidad en los países considerados, según el peso de los sectores que dependen del agua/riego para desarrollar su actividad.
En 2019 Paraguay sufrió los efectos de una sequía que impactó fuertemente sobre el sector primario, que tiene un gran peso en su dinámica económica. En 2021 volvió a enfrentar una crisis hídrica de gran magnitud que se extendió hasta 2022. Como resultado de ella, el sector agrícola enfrentó contracciones del 4% en 2019 y del 18% y el 12% en 2021 y 2022, respectivamente.
La sequía, también, impactó sobre varias regiones de Brasil en 2021. Sus efectos se materializaron en una contracción del nivel de actividad (desestacionalizado) durante el segundo trimestre de ese año. Este evento climático tuvo una contracara positiva para Uruguay, que se materializó en un intenso flujo de exportaciones de energía hacia Brasil. La sequía también afectó el crecimiento económico en Chile durante los años 2022 y 2023. En Argentina y Uruguay, el impacto de la sequía fue un factor de freno del crecimiento durante el año 2023.
Al cierre del año 2023, ¿en qué fase de recuperación se encontraban los países de la región?
La región se vio impactada por la pandemia y la sequía. La trayectoria y la dinámica de la actividad económica registrada en el período permiten diferenciar la situación de Uruguay, por un lado, de lo acontecido en Chile, Brasil y Paraguay y, por otro lado, de la situación de Argentina. La información disponible indica que en el año 2023 Uruguay alcanzó un nivel de PIB apenas 2,8% por encima del promedio de 2019, mientras que en Chile este guarismo se ubica en el 6,8%, en Brasil el 7,4% y en Paraguay el 8,3%.
Uruguay fue de las economías de la región que requirió más tiempo para recuperarse de los shocks negativos ocurridos durante los cuatro últimos años. De hecho, si se considera la proyección de crecimiento del PIB del Banco Central del Uruguay para el presente año (2,5%), la expansión promedio de la economía uruguaya entre 2020 y 2024 se ubicará en registros prácticamente idénticos a los observados en los cinco años previos. En dicho periodo, la tasa de crecimiento económico promedio anual entre 2015 y 2019 se había ubicado en el 1% anual.
Desafortunadamente Uruguay no es el país de la región que se recuperó más rápidamente, ni tampoco es la economía que ha mostrado mayor dinamismo después de la pandemia. La experiencia reciente ilustra claramente que, ante eventos similares, las economías pueden comportarse de forma bien diferente. Las especificidades en los comportamientos deben buscarse en rasgos estructurales diferentes existentes en las economías y, por supuesto, en orientaciones disímiles en las políticas económicas nacionales.
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(*) Magíster en Economía por la Universidad de la República, Uruguay. Investigadora asociada del Centro de Investigaciones Económicas (CINVE), Profesora Agregada e Investigadora del Instituto de Estadística (IESTA) de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración. Universidad de la República, Uruguay. (Twitter: @SilviarCollazo, correo: [email protected])
Autorizada por el CINVE su publicación en Carmelo Portal para el interior del país.
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