La tecnología puede acercarnos al mundo, pero también puede convertirse en una trampa. Lo sabe bien la ciudadana que, el 9 de septiembre, se presentó ante la Seccional 4 de Nueva Palmira, para denunciar lo que al principio parecía una oportunidad única: entradas para un partido de fútbol. El cebo, una promesa atractiva, resultó en una pesadilla digital que le costó miles de dólares.
Todo comenzó días antes, cuando navegando en Instagram, la víctima encontró un enlace que simulaba ser del Banco República (BROU). El enlace prometía entradas para el esperado enfrentamiento entre las selecciones de Uruguay y Paraguay. No había motivo para sospechar: la página parecía legítima y el premio era tentador. Con solo ingresar sus datos, podría ser una de las afortunadas en obtener las codiciadas entradas.
Al hacer clic, sin embargo, el destino dio un giro inesperado. Sin que lo notara, los estafadores tomaron control de su teléfono celular. El acceso fue instantáneo, pero las consecuencias demoraron en aparecer. Al revisar sus cuentas bancarias, la realidad golpeó con fuerza: faltaban 4.000 dólares.
La policía investiga el caso, un ejemplo más de cómo la sofisticación de los ciberdelincuentes sigue evolucionando. Mientras tanto, la advertencia está clara: lo que parece una oportunidad irrechazable puede, en realidad, costar mucho más de lo que se esperaba.
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