El sesgo de confirmación es un fenómeno cognitivo en el que las personas tienden a buscar, interpretar y recordar información que confirme sus creencias o hipótesis previas, mientras descartan o minimizan la información que las contradice. Este sesgo está muy presente en el comportamiento humano, afectando tanto el ámbito individual como el colectivo, y puede tener implicaciones significativas en áreas como la política, la ciencia, los medios de comunicación y la vida cotidiana.
Características del sesgo de confirmación:
- Selección de información: Las personas tienden a priorizar las fuentes de información que refuercen sus creencias existentes, evitando o minimizando aquellas que las desafían. Por ejemplo, en la lectura de noticias, alguien con inclinaciones políticas específicas puede preferir medios que refuercen su visión, lo que perpetúa su perspectiva sin considerar puntos de vista alternativos.
- Interpretación sesgada: Incluso cuando las personas se enfrentan a información contradictoria, suelen interpretarla de manera que siga validando sus creencias. Este es un mecanismo inconsciente que evita el malestar que puede generar la disonancia cognitiva, es decir, el conflicto entre lo que se cree y lo que se presenta como un hecho nuevo o inesperado.
- Memoria selectiva: El sesgo de confirmación también influye en la forma en que se recuerda la información. Las personas suelen recordar de manera más vívida y precisa aquella información que coincide con sus creencias, mientras que olvidan o distorsionan los detalles de la información contraria.
Consecuencias en el periodismo y los medios de comunicación:
En el periodismo, es crucial ofrecer una cobertura objetiva y equilibrada para evitar la promoción de este sesgo. Según el Manual de Estilo de El País, uno de los principios editoriales fundamentales es proporcionar información «veraz, lo más completa posible, interesante, actual y de alta calidad», con el fin de que los lectores puedan formarse su propio criterio, sin caer en la manipulación o sesgo. Además, se hace hincapié en la responsabilidad de los periodistas de evitar rumores, opiniones disfrazadas de hechos y el uso de expresiones que introduzcan dudas no confirmadas como «podría» o «al parecer». Estas normas son una herramienta clave para combatir el sesgo de confirmación, ya que buscan garantizar la objetividad en la presentación de los hechos.
En la era digital:
Con la llegada de las redes sociales y los algoritmos de personalización, el sesgo de confirmación se ha vuelto más pronunciado. Las plataformas tienden a mostrar contenido que coincide con las preferencias del usuario, lo que refuerza sus creencias y le aísla de puntos de vista opuestos. Este «efecto burbuja» es una preocupación creciente en el ámbito de la información, ya que limita la exposición a opiniones diversas y dificulta el diálogo democrático.
En resumen, el sesgo de confirmación no solo distorsiona nuestra comprensión del mundo, sino que, si no se combate adecuadamente en los medios de comunicación y en el periodismo, puede perpetuar la polarización y la desinformación. Por ello, los medios deben esforzarse en cumplir con principios rigurosos de veracidad y objetividad, tal como se recomienda en los manuales de estilo, para proporcionar al público una visión clara y completa de la realidad.