Todo parecía en orden hasta que, al presentarse en la concesionaria para retirar el automóvil, descubrió que el vehículo que había adquirido simplemente no existía. Alarmado, el comprador se dirigió a la seccional policial para hacer la denuncia correspondiente. Actualmente, las autoridades investigan los hechos para determinar cómo ocurrió el engaño y si se trata de una operación fraudulenta aislada o parte de una red más amplia de estafadores.
Un modus operandi recurrente
Este tipo de fraude no es nuevo. En los últimos meses, las denuncias de estafas relacionadas con la compra de vehículos se han multiplicado en todo el país. Generalmente, los estafadores operan a través de anuncios en plataformas digitales o, como en este caso, mediante concesionarias que parecen legítimas. El comprador es atraído con ofertas tentadoras, realiza los pagos y, una vez que el dinero está en manos de los estafadores, el vehículo no aparece, y la automotora en cuestión desaparece o niega cualquier relación con la venta.
En muchos de estos casos, los delincuentes aprovechan la confianza de los compradores y la aparente formalidad de las transacciones. Las víctimas, atraídas por precios competitivos y la promesa de una entrega rápida, no sospechan de la estafa hasta que es demasiado tarde.
El riesgo de transferencias electrónicas
Una de las estrategias que los estafadores han perfeccionado es el uso de transferencias bancarias. Estas, al ser rápidas y, en algunos casos, difíciles de rastrear, se convierten en el método preferido para consumar el delito. En el caso del denunciante, realizó dos giros a lo largo del mismo día, lo que dio a los estafadores suficiente margen para completar su plan.
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