Montevideo, 27 sep (EFE).- Una bandera arcoíris gigante y la música bailable de DJs acompañaron el recorrido de una nueva Marcha por la Diversidad en la capital de Uruguay, donde los colectivos LGTBI del país llamaron a mantener la lucha por una vida libre de discriminación y desigualdad «hasta que los derechos sean hechos».
Con brillantina en las mejillas, una bandera del orgullo en la espalda o un despampanante atuendo con lentejuelas, como el de las ‘drag queens’ que año a año deslumbran ya desde el encuentro en la feria de artesanías de la que saldrá la marcha hasta la Plaza Primero de mayo, miles de personas se reunieron en Montevideo para celebrar la diversidad sexual.
En un año marcado por las elecciones generales el próximo 27 de octubre, la proclama de la 31° edición de la Marcha por la diversidad de Montevideo, que tuvo en otras ciudades del interior uruguayo sus réplicas propias en el correr de septiembre, cerró una fiesta de color, canto, baile y reivindicaciones.
Algunas de estas ya se podían ver en los carteles que levantaban al marchar los participantes, con frases como «a la orden pal desorden», «familia unida vence transfobia», «viva la niñez trans», «en cada beso una revolución» o, con los colores de la bandera trans, la cómica «si no puedo ir al baño, me cago en tu madre».
Sin embargo, las miradas se clavaron en el escenario cuando voceros de los colectivos leyeron el texto de la proclama que esta edición titularon «Hasta que los derechos sean hechos».
«Hoy tomamos las calles nuevamente (…) Un año más nos enfrentamos a los actos y discursos de odio, a todas las formas de discriminación que marcan nuestras vidas, a un Estado ausente reclamando que los derechos sean hechos», comenzó el discurso que apuntó contra el Gobierno por hacer oídos sordos a sus reclamos.
«En este año electoral vemos una vez más cómo nuestras identidades son usadas como una propaganda vacía, mientras que nuestra agenda sigue siendo invisible, nuestros gobernantes nos siguen nombrando como una enfermedad, avalando y reproduciendo la violencia, mientras usan al Estado como un aparato que reprime y margina», dijeron.
Según los colectivos, si bien Uruguay «no es un país pobre» sino uno «desigual», las disidencias LGTBI ven «profundizadas» sus vulnerabilidades «por la falta de políticas sociales».
«Gran parte de nosotres tenemos enormes dificultades para sobrevivir el día a día: no tenemos el plato de comida asegurado, hemos perdido salario y sufrimos la precarización laboral, la combatimos organizándonos diariamente y entre nosotres, como lo hemos hecho siempre», apuntaron.
De la mano con un explícito apoyo al plebiscito impulsado por la central sindical del país, el PIT-CNT, para reformar desde la Constitución el sistema de seguridad social y jubilaciones del país -eliminando la reforma aprobada por el Ejecutivo del actual presidente, Luis Lacalle Pou-, recordaron a las víctimas de transfemicidios registrados recientemente en el país.
«No olvidamos a las compañeras trans asesinadas, Kiara Acosta, La brasilera, Kasandra, La Pochito y Salomé. El transodio mata impunemente y el Estado es cómplice», acotaron quienes rechazaron también el triple lesbicidio ocurrido en la vecina Buenos Aires el pasado mayo.
«Estamos en alerta ante los discursos de odio biologicistas que pretenden meterse en nuestro movimiento. No nos tiembla la voz para decir que por sobre todas las cosas somos un movimiento transfeminista y antifascista en donde no hay lugar para quienes pretendan controlar y policiar nuestros cuerpos», añadió sobre el final la proclama, que culminó en una seguidilla de gritos colectivos como «al clóset nunca más» y «viva la diversidad».