Por Redacción de Carmelo Portal
Nibia Reisch, diputada del Partido Colorado por Colonia, ha construido su carrera política proyectando una imagen de gestora incansable.
Su estrategia se centra en identificar problemas locales, proponer soluciones, y, sobre todo, mostrarse activa en reuniones con autoridades. Este ciclo de acción –problema, reunión, fotografía y comunicado– parece la columna vertebral de su discurso público, pero, al analizarlo de cerca, surgen preguntas: ¿qué es lo que realmente busca? ¿Qué dice, qué calla y qué deja entrever entre líneas?
Mediadora en los lugares
Una observación detallada de su presencia mediática revela que el discurso de Reisch está cuidadosamente diseñado para presentarla como una mediadora eficaz. A menudo, plantea un problema concreto en el departamento de Colonia: infraestructuras en mal estado, preocupaciones sanitarias o cuestiones educativas.
A partir de ahí, Reisch organiza reuniones con ministros, intendentes o autoridades relevantes. Las fotos de estos encuentros son casi un requisito, acompañadas de breves notas en las que se describen los temas tratados y se menciona el compromiso de las partes involucradas.
Sin embargo, el discurso de la diputada revela algo peculiar: lo que destaca no es tanto lo que se dice, sino lo que se omite.
Reisch, con frecuencia, no brinda detalles sobre los resultados concretos de estas gestiones. El foco está en el encuentro mismo, en el «estar allí», pero no siempre queda claro qué sucede después.
Roland Barthes, en su análisis de la mitología cotidiana, hablaría de cómo estas imágenes y textos no solo documentan hechos, sino que construyen una narrativa ideológica, en este caso, la de una gestora incansable que siempre está en los lugares de poder.
Zonas de silencio
Este vacío en el discurso, lo que Foucault llamaría «zonas de silencio», permite a la diputada mantener una posición de control discursivo.
No explicitar el desenlace de los problemas que plantea le permite evitar rendir cuentas claras sobre los resultados, mientras sigue proyectando la imagen de que está trabajando por la gente.
Aquí entra en juego una estrategia política clásica: concentrarse en la visibilidad, en la presencia, mientras se difuminan los detalles más complejos.
A lo largo de estos años, el patrón es claro: una repetición constante de la estructura problema-reunión-comunicado.
Estoy en una reunión
Umberto Eco sugeriría que este ciclo repetitivo es una forma de construir significados a través de códigos predecibles. En el caso de Reisch, la repetición del «gesto de la reunión» refuerza su imagen de cercanía al poder, aunque las soluciones concretas no siempre sean evidentes.
Esta constante presencia en los medios es una táctica que, aunque efectiva, podría carecer de sustancia en términos de impacto real.
Sin embargo, no sería justo afirmar que no hay logros en su gestión.
Algunas de sus iniciativas, como la mejora de la infraestructura vial en Colonia o su defensa en temas de salud pública, han tenido repercusión positiva. Pero incluso en estos casos, su discurso tiende a neutralizar el conflicto. Utiliza el lenguaje pasivo para describir los avances: «se gestionó», «se acordó«, «se avanzó«, lo que diluye su agencia directa y convierte el éxito en un hecho casi natural, sin tensiones políticas ni controversias.
Reisch la intermediaria
Un aspecto curioso es la despersonalización de los logros. No hay una clara atribución de responsabilidades o victorias, lo que le permite a Reisch evitar críticas directas si las soluciones no son satisfactorias. Este manejo del lenguaje es una táctica efectiva para preservar su imagen pública, pero también plantea dudas sobre la transparencia de su gestión.
En última instancia, el discurso de Nibia Reisch está cuidadosamente orquestado. Se presenta como una intermediaria que constantemente se mueve entre el pueblo y las autoridades, pero lo que no se dice es tan importante como lo que se dice.
Esta estrategia de control y visibilidad, tan común en la política contemporánea, es eficaz en la creación de una imagen pública, aunque el análisis crítico revele que a veces esa imagen está más orientada a la representación simbólica que a la acción concreta.
Este análisis, desde la perspectiva de la semiosis social, nos permite ver cómo el lenguaje y la imagen son utilizados para construir un relato de gestión.
Nibia Reisch ha dominado esta técnica, pero el verdadero impacto de su acción política sigue siendo un enigma en muchos casos.
Comentarios