Río Negro, 7 de octubre de 2024.
A la sombra del Bioparque M’Bopicuá, un nuevo sendero serpentea entre los árboles nativos. Es el Sendero del Bosque, inaugurado este lunes con la plantación de cien especies autóctonas. En un acto que combina educación ambiental y conservación, las manos pequeñas de los escolares se sumaron a las de autoridades y expertos. Todos allí, en una mañana soleada, se unieron bajo un objetivo común: dar vida y visibilidad a la flora nativa de Uruguay.
Entre los asistentes, la intendenta de Río Negro, Griselda Crevoisier, se movía de árbol en árbol. «Este bioparque es esencial para el departamento», dijo, mientras observaba cómo los escolares de la Escuela 28 “Puntas de Santa Fe” participaban en la plantación, un símbolo para los más de 15,000 niños que han visitado el parque desde su apertura. Era más que un acto simbólico: era una lección viva sobre la biodiversidad.
Rodrigo Saldías, del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), observaba de cerca el proceso, destacando el valor educativo de cada árbol plantado. “Aquí las futuras generaciones verán crecer estos árboles”, mencionó. El programa Puertas Abiertas del IICA buscaba algo más que la simple acción de plantar. Era la creación de un legado.
El Bioparque, operado por Montes del Plata, no es solo un refugio de fauna nativa. Carolina Moreira, gerente de Sostenibilidad de la empresa, lo expresó claramente: «Conservar nuestra flora es también nuestra responsabilidad. Queremos que este lugar sea un aula viva». El jardín de mariposas y el hotel de insectos, dos espacios inaugurados en paralelo, refuerzan esta idea. Plantas que nutren a los lepidópteros y pequeños refugios para polinizadores se suman al escenario natural, recordando el papel clave de los insectos en el equilibrio del ecosistema.
Pablo Silchenko, de la ONG Gensa, se detuvo frente a un pequeño guayabo del país. Sus palabras resonaron con fuerza entre los asistentes: «Podemos cambiar la historia, mejorando este espacio más allá de lo que encontramos».
El acto cerró con una caminata por el Bioparque, un espacio que no es solo tierra y árboles. El viejo Saladero de M’Bopicuá, declarado Monumento Histórico Nacional, convive con el Centro de Visitantes, un lugar de encuentro y aprendizaje que, desde su apertura, sigue atrayendo a personas de todas las edades. Con el paso de los años, las especies frutales como el quebracho flojo y el pitanga no solo darán sombra, sino que también brindarán alimento y refugio a las aves e insectos que habitan este rincón del país.
Montes del Plata, el IICA, la Intendencia de Río Negro, la UTEC y Gensa han sellado un compromiso con la naturaleza en cada árbol que ahora empieza a echar raíces. Cada paso en el sendero es un recordatorio de que preservar lo nuestro es más que una tarea, es una obligación compartida.
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