Rosina Gil, la aclamada bailarina del Ballet Nacional del Sodre, ocupa esta semana la tapa de la Revista Galería del Semanario Búsqueda. En una entrevista de seis páginas realizada por María Inés Fiordelmondo Blaires, con fotografías de Adrián Echeverriaga y producción de Sofía Miranda Montero, Gil reflexiona sobre el fin de una etapa en su vida artística y su apuesta por un futuro lleno de proyectos apasionantes.
Radicada en Uruguay desde hace más de cuatro años, la artista comparte su aprecio por las pequeñas libertades que el país le ofrece. “Poder agarrar la bicicleta y visitar a mi abuela Lala o pasar un fin de semana en la chacra de mi padre en Carmelo son momentos que valoro profundamente”, confiesa. En ese retiro rural, Gil se reconecta con lo esencial, disfrutando de la cercanía de su padre, su esposa y el menor de sus siete hermanos. Con esa tranquilidad como fondo, la bailarina, recién retirada de los escenarios, mira hacia adelante con una determinación inquebrantable de seguir evolucionando y explorando.
En su nueva etapa, Gil está decidida a no quedarse quieta. “Uno de mis sueños es llevar mis coreografías al mundo,” declara. Anhela tomar un vuelo de vez en cuando, pero sin abandonar el país que se ha convertido en su hogar. Además, aspira a dirigir su propia compañía de danza, un objetivo que la ha llevado a estudiar Gestión Cultural y que le permite entrever un futuro donde los bailarines uruguayos encuentren nuevas oportunidades laborales y creativas.
“Quiero una compañía con lenguajes diversos, que dé lugar a otras formas de danza y genere oportunidades para tantos bailarines que buscan su espacio. Mi objetivo es que, desde quienes salen de la escuela de contemporáneo hasta los que no logran ingresar al cuerpo estable del Sodre, encuentren una opción sólida y accesible”, explica con entusiasmo. Para Gil, el modelo ideal es uno que cuente con apoyo y solvencia, una estructura que permita superar la dependencia de fondos específicos que, aunque importantes, limitan el alcance y estabilidad del arte independiente.
Rosina Gil avanza, con la misma disciplina y pasión que marcó su carrera como bailarina, hacia un futuro en el que no solo se proyecta en el escenario, sino que busca dejar una huella duradera en la danza uruguaya y global. Su sueño de una compañía que trascienda fronteras y limite sociales es también una invitación a una nueva mirada sobre el arte, una danza que, al igual que su creadora, busca volar alto y conquistar nuevos horizontes.