Una madrugada de viento fuerte dejó al descubierto un problema crónico en la ciudad: la falta de mantenimiento y cuidado del arbolado público.
De la Redacción de Carmelo Portal
Carmelo amaneció con un árbol menos. Era inevitable. Años atrás, ya había mostrado signos de agotamiento. Sin hojas, con un tronco ya sin vida, permanecía como un testigo inmóvil en la esquina de 19 de Abril y Buenos Aires. Su caída esta madrugada, posiblemente empujada por la tormenta que cruzó la ciudad, no fue una sorpresa. Fue el desenlace previsible de una historia que nadie quiso atender.
El árbol no generó víctimas, y eso fue cuestión de suerte. En esa misma esquina suelen estacionar motos y, en horas de mayor movimiento, se convierte en un espacio de tránsito frecuente. En esta ocasión, su desplome fue apenas un aviso, un recordatorio del estado del arbolado en Carmelo.
Un síntoma de abandono
La escena del árbol caído podría pasar desapercibida entre las huellas de la tormenta. Sin embargo, pone en evidencia una cuestión mayor: la necesidad de una política pública consistente para el cuidado de los árboles en la ciudad. Durante años, la falta de observación técnica y de intervenciones regulares en el arbolado ha hecho que muchos ejemplares envejezcan y se deterioren sin que se tomen medidas.
El arbolado urbano no es solo un componente estético. Cumple un rol fundamental en la calidad de vida de las ciudades: proporciona sombra, regula la temperatura, absorbe dióxido de carbono y mejora la biodiversidad. Pero, como cualquier sistema vivo, requiere de cuidado. Sin podas adecuadas, sin revisiones técnicas periódicas y sin la remoción oportuna de ejemplares secos, el riesgo crece. Y este árbol en 19 de Abril y Buenos Aires no es un caso aislado.
El desafío de la gestión cotidiana
La responsabilidad de atender el arbolado no se resuelve con intervenciones puntuales. Requiere planificación, presupuesto y un trabajo técnico constante. Se trata de un esfuerzo que demanda no solo recursos, sino también una coordinación entre las autoridades municipales y los vecinos. El desafío no es menor: identificar cuáles son los árboles que representan un peligro, programar podas preventivas y, cuando sea necesario, reemplazar ejemplares muertos por nuevos.
En Carmelo, como en muchas otras ciudades, el arbolado parece carecer de prioridad en la agenda pública. No hay censos regulares que permitan saber cuántos árboles necesitan atención urgente ni registros sobre su estado de salud. Los episodios como el de esta madrugada se convierten en el único momento en que se visibiliza el problema.
Hacia una solución sostenida
La caída del árbol en la esquina de 19 de Abril y Buenos Aires es un síntoma, pero también una oportunidad. Puede ser el punto de partida para repensar cómo se gestiona el arbolado en la ciudad, para diseñar estrategias que combinen prevención y cuidado. Una política seria incluiría la formación de equipos técnicos capacitados, campañas de concienciación vecinal y un plan a largo plazo para garantizar que Carmelo sea una ciudad más segura y verde.
La tormenta pasó, el árbol ya no está. Pero las raíces del problema permanecen. Y es sobre ellas donde debería comenzar a trabajarse.