Montevideo, 30 nov (EFE).- Menospreciadas, desprestigiadas y silenciadas, muchas mujeres políticas uruguayas se replantean continuar en el oficio por la «sistemática» violencia machista a la que se enfrentan en sus espacios de trabajo, asegura la directora de programas de ONU Mujeres en el país, Magdalena Furtado.
«Hay decisiones que se toman en la barra, comiendo un asado, y por lo general esas son reuniones de hombres», dijo el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, el pasado marzo como parte de una reflexión sobre las dificultades que atraviesan las mujeres en el ámbito político.
Esta es, según revela Furtado en una entrevista con EFE, una de las tantas expresiones de una violencia que no siempre es física, pues se da también cuando se las interrumpe al presentar sus ideas, se infravaloran sus opiniones o «se acuerdan cargos en el partido para las mujeres y se revierte la decisión en reuniones posteriores».
«No necesariamente estoy hablando de asesinatos (…) sino de esa violencia simbólica que menosprecia y desprestigia, por ejemplo, a través de acuerdos en reuniones que no corresponden», enfatiza.
Así, la experta destaca que, según una encuesta elaborada en 2023 por el Instituto Nacional de Mujeres uruguayo, casi el 80 % sufrió o presenció desprecio o falta de respeto al usar la palabra en el ámbito laboral: «Vemos que es sistemático (…) y que son cuestiones que van desgastando el quehacer político».
Desigualdad y violencia digital
Según Furtado, la violencia empieza con una desigualdad presente en todos los ámbitos, desde el hogar hasta el sistema político o el educativo, y supone «el último eslabón de todas esas desigualdades que se van acumulando y que están muy relacionadas con los estereotipos».
«Muchas veces, cuando en Uruguay se pregunta a personas del ámbito político por qué no hay más mujeres, lo primero que responden es que a ellas no les interesa. Hoy sabemos que eso es falso, porque en todas las bases de los partidos políticos hay por lo general la misma cantidad de mujeres y hombres», acota, y señala como un síntoma claro el de la denominada «violencia digital».
Según un estudio de ONU Mujeres de 2022 que analizó más de medio millón de publicaciones de la red social X de 200 políticas uruguayas, las respuestas hacia las mujeres contenían agresiones respecto a su forma de vestir, su cuerpo, su sexualidad o su familia; de forma que, dice Furtado, ya «trascendía la labor de esa mujer en política».
En cambio, el monitoreo constató que las agresiones a los hombres se dirigían hacia su posicionamiento ideológico, su accionar político o la gestión que estaban haciendo.
«El hallazgo más importante fueron los contenidos de los mensajes: las políticas recibían más respuestas violentas cuando trataban temas como los derechos de las mujeres, la agenda de igualdad, de diversidad. Recibían el doble de ataques que las mujeres que escribían sobre presupuestos u otros temas», detalla Furtado.
La uruguaya sostiene así, con base al estudio, que la violencia digital causa que las mujeres terminen silenciándose o cerrando sus cuentas de las redes sociales: «Estas acciones acallan la voz de las mujeres. Y si queremos construir una democracia representativa, justamente precisamos la voz de toda la sociedad».
Democracia paradójica
A pesar de que Uruguay se jacta de su primer puesto en el índice de democracias como una «democracia plena» por delante de Costa Rica, su indicador de la participación de las mujeres es de los más bajos, lo que la directora de ONU Mujeres califica como una «paradoja».
En tanto asegura que la violencia política es «un factor clave» en la escasa representación de mujeres en los parlamentos, señala que los partidos deben ser quienes impulsen los cambios necesarios para enmendar el problema.
«Los propios partidos deberían prevenir y sancionar en primer lugar, porque la mayor ocurrencia (de violencia y acoso) sucede dentro de los partidos políticos», recalca.
Consciente de que dentro de estos aún hay voces que argumentan que no se debe denunciar este tipo de casos porque podría perjudicar la imagen del partido, Furtado considera «crucial» que se establezcan «todos los mecanismos que garanticen que no haya este tipo de violencia o acoso».
«En Brasil, por ejemplo, en el Parlamento se contaban las veces que las mujeres eran interrumpidas y eran más que las de los hombres», ejemplifica quien subraya también el valor de visibilizar este fenómeno.
«Algunos argumentan que la política es así, pero no. Y si es así, no debe ser así», concluye. EFE
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