La calle 19 de Abril, una de las arterias principales de esta ciudad, se ha convertido en un eje problemático debido al ruido y la velocidad de los vehículos que la recorren, especialmente motocicletas. Este fenómeno no solo afecta la calidad de vida de los residentes, sino que también plantea serios riesgos de seguridad vial, particularmente en el cruce con la calle Piedras, señalado por vecinos como uno de los puntos más peligrosos.
En base a las observaciones locales, se percibe que muchos conductores aceleran significativamente al transitar por esta vía. Según testimonios recogidos, el tramo que inicia al pasar 25 de Mayo y se extiende hasta la zona de semáforos se comporta como un «tubo», donde la percepción del espacio —libre y lineal— invita a una conducción más rápida. Sin embargo, esta velocidad disminuye abruptamente cerca de los semáforos, según lo reflejan los cambios en la intensidad del ruido que generan los motores.
Este fenómeno puede analizarse desde la perspectiva del antropólogo Marc Augé, quien plantea que los espacios urbanos moldean la percepción y el comportamiento de quienes los transitan. La disposición recta y la falta de elementos de moderación en 19 de Abril podrían estar reforzando un «imaginario de velocidad», donde el conductor siente que el espacio urbano le da permiso para acelerar. Esta sensación de libertad, combinada con el ruido que amplifica la presencia de los vehículos, contribuye a una experiencia que es simultáneamente física y simbólica.
Roberto Doberti, arquitecto argentino, aporta a este análisis con su teoría de las espacialidades. Doberti distingue entre espacios estructurados, vividos y representados. En este caso, la calle 19 de Abril opera en un nivel representado, donde el diseño lineal y abierto de la vía transmite la idea de continuidad y velocidad. Sin embargo, en términos de espacio vivido, las consecuencias de esta percepción son reales y tangibles: accidentes frecuentes en la intersección con Piedras, un punto que desde 2015 acumula un alarmante historial de siniestros, documentado por vecinos.
La solución: más allá de infractores y culpables
La respuesta al problema del tránsito en esta arteria no puede limitarse únicamente a la identificación de infractores. Este enfoque, aunque necesario, no aborda las condiciones estructurales que permiten y fomentan comportamientos riesgosos. Tal como señala Augé, la movilidad no puede comprenderse de forma aislada, sino como parte de un sistema de relaciones espaciales y sociales que moldean la manera en que los individuos interactúan con el entorno.
En este sentido, la implementación de intervenciones urbanísticas parece ser una vía imprescindible para reducir los riesgos. Soluciones como reductores de velocidad, cambios en la señalización y el diseño de infraestructura que rompa con la percepción de continuidad podrían tener un impacto directo en la seguridad vial. Estas medidas no buscan eliminar completamente las infracciones, sino modificar las condiciones que las hacen más probables y peligrosas.
Por otro lado, se requiere una mirada integral que tome en cuenta no solo la infraestructura, sino también la educación vial y la regulación efectiva. Como han demostrado experiencias internacionales, un enfoque combinado que contemple el diseño urbano, la normativa y la cultura ciudadana puede contribuir significativamente a mejorar la seguridad en las ciudades.
Un cambio necesario
La calle 19 de Abril en Carmelo no es solo un lugar de tránsito; es un espacio donde se cruzan prácticas cotidianas, riesgos y la necesidad de una reflexión más amplia sobre cómo las ciudades pueden responder a los desafíos de la movilidad. Los accidentes en el cruce con Piedras son un recordatorio urgente de que estos problemas no pueden resolverse únicamente señalando culpables, sino transformando las condiciones que hacen que esos incidentes ocurran.
La solución requiere un compromiso colectivo entre autoridades, urbanistas y ciudadanos, reconociendo que el diseño de la ciudad influye tanto en cómo nos movemos como en cómo convivimos.
La calle 19 de Abril, una de las arterias principales de esta ciudad, se ha convertido en un eje problemático debido al ruido y la velocidad de los vehículos que la recorren, especialmente motocicletas. Este fenómeno no solo afecta la calidad de vida de los residentes, sino que también plantea serios riesgos de seguridad vial, particularmente en el cruce con la calle Piedras, señalado por vecinos como uno de los puntos más peligrosos.
En base a las observaciones locales, se percibe que muchos conductores aceleran significativamente al transitar por esta vía. Según testimonios recogidos, el tramo que inicia al pasar 25 de Mayo y se extiende hasta la zona de semáforos se comporta como un «tubo», donde la percepción del espacio —libre y lineal— invita a una conducción más rápida. Sin embargo, esta velocidad disminuye abruptamente cerca de los semáforos, según lo reflejan los cambios en la intensidad del ruido que generan los motores.
Este fenómeno puede analizarse desde la perspectiva del antropólogo Marc Augé, quien plantea que los espacios urbanos moldean la percepción y el comportamiento de quienes los transitan. La disposición recta y la falta de elementos de moderación en 19 de Abril podrían estar reforzando un «imaginario de velocidad», donde el conductor siente que el espacio urbano le da permiso para acelerar. Esta sensación de libertad, combinada con el ruido que amplifica la presencia de los vehículos, contribuye a una experiencia que es simultáneamente física y simbólica.
Roberto Doberti, arquitecto argentino, aporta a este análisis con su teoría de las espacialidades. Doberti distingue entre espacios estructurados, vividos y representados. En este caso, la calle 19 de Abril opera en un nivel representado, donde el diseño lineal y abierto de la vía transmite la idea de continuidad y velocidad. Sin embargo, en términos de espacio vivido, las consecuencias de esta percepción son reales y tangibles: accidentes frecuentes en la intersección con Piedras, un punto que desde 2015 acumula un alarmante historial de siniestros, documentado por vecinos.
La solución: más allá de infractores y culpables
La respuesta al problema del tránsito en esta arteria no puede limitarse únicamente a la identificación de infractores. Este enfoque, aunque necesario, no aborda las condiciones estructurales que permiten y fomentan comportamientos riesgosos. Tal como señala Augé, la movilidad no puede comprenderse de forma aislada, sino como parte de un sistema de relaciones espaciales y sociales que moldean la manera en que los individuos interactúan con el entorno.
En este sentido, la implementación de intervenciones urbanísticas parece ser una vía imprescindible para reducir los riesgos. Soluciones como reductores de velocidad, cambios en la señalización y el diseño de infraestructura que rompa con la percepción de continuidad podrían tener un impacto directo en la seguridad vial. Estas medidas no buscan eliminar completamente las infracciones, sino modificar las condiciones que las hacen más probables y peligrosas.
Por otro lado, se requiere una mirada integral que tome en cuenta no solo la infraestructura, sino también la educación vial y la regulación efectiva. Como han demostrado experiencias internacionales, un enfoque combinado que contemple el diseño urbano, la normativa y la cultura ciudadana puede contribuir significativamente a mejorar la seguridad en las ciudades.
Un cambio necesario
La calle 19 de Abril en Carmelo no es solo un lugar de tránsito; es un espacio donde se cruzan prácticas cotidianas, riesgos y la necesidad de una reflexión más amplia sobre cómo las ciudades pueden responder a los desafíos de la movilidad. Los accidentes en el cruce con Piedras son un recordatorio urgente de que estos problemas no pueden resolverse únicamente señalando culpables, sino transformando las condiciones que hacen que esos incidentes ocurran.
La solución requiere un compromiso colectivo entre autoridades, urbanistas y ciudadanos, reconociendo que el diseño de la ciudad influye tanto en cómo nos movemos como en cómo convivimos.
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