Kinsasa, 25 ene (EFE).- Human Rights Watch (HRW) condenó este sábado los «horribles abusos» del grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) y el Ejército de la República Democrática del Congo (RDC) en el este del país, y advirtió de que los combates entre ambos bandos tienen consecuencias humanitarias «catastróficas».
Los civiles corren un «riesgo cada vez mayor» a medida que el M23, «apoyado por la Fuerza de Defensa de Ruanda (Ejército ruandés)», se acerca a Goma, capital de la provincia nororiental de Kivu del Norte, subrayó la ONG pro derechos humanos en un comunicado.
El M23 lucha contra la Fuerzas Armadas de la RDC (FARDC), apoyadas por una coalición de milicias conocidas como «Wazalendo» («patriotas», en suajili).
Los combates, advirtió, están teniendo «consecuencias catastróficas para la situación humanitaria» en los alrededores de Goma.
El pasado 21 de enero, el M23 capturó Minova, una ciudad a 40 kilómetros de Goma, cortando las rutas de suministro a la población de la capital provincial, de unos dos millones de habitantes.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), recordó HRW, informó de que el aumento de los combates ha desplazado a 400.000 personas en las últimas tres semanas, lo que se suma a los más de cuatro millones de desplazados que ya se encuentran en «condiciones deplorables» en el este del país.
«Las necesidades humanitarias son enormes», aseveró la investigadora principal sobre África de Human Rights Watch, Clémentine de Montjoye.
«Los horribles abusos cometidos por el M23, Wazalendo y los ejércitos de Ruanda y el Congo deberían servir como una dura advertencia a los gobiernos interesados de que deben presionar a las partes en conflicto para que protejan a los civiles», remarcó Montjoye.
Los rebeldes del M23 anunciaron este viernes que avanzan hacia Goma, tras una semana de intensos enfrentamientos contra las FARDC y sus milicias aliadas en la que han conseguido avanzar posiciones.
Los combates se han recrudecido en las últimas semanas después de suspenderse la cumbre de paz prevista el pasado 15 de diciembre en Angola y en la que debían participar los presidentes congoleño y ruandés, Félix Tshisekedi y Paul Kagame, respectivamente.
Aunque las autoridades ruandesas niegan la presunta colaboración de Kigali con el M23, este extremo ha sido confirmado por la ONU y Kagame ha mostrado su apoyo público a los rebeldes.
A su vez, Ruanda y el M23 acusan al Ejército congoleño de cooperar con el grupo rebelde Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), fundado en 2000 por cabecillas del genocidio de 1994 y otros ruandeses exiliados en la RDC para recuperar el poder político en su país, una colaboración también confirmada por la ONU.
La actividad armada del M23 se reactivó en noviembre de 2021 con ataques relámpago contra la FARDC en Kivu del Norte, y en marzo de 2022 el grupo empezó una ofensiva con la captura y pérdida recurrentes de localidades.
Desde entonces, el grupo ha avanzado por varios frentes hasta situarse cerca de Goma, que es sede de ONG internacionales e instituciones de la ONU y que el grupo ya ocupó durante diez días en 2012.
Desde 1998, el este de la RDC está sumido en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco).
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