De la Redacción de Carmelo Portal
El crecimiento del parque automotor ha convertido al casco urbano de Carmelo en un espacio cada vez más congestionado. La falta de estacionamientos, el ruido constante y la reducción de áreas peatonales han transformado la ciudad en un lugar donde moverse a pie o en bicicleta es cada vez más difícil. Ante esta realidad, surgen propuestas para desestimular el uso del automóvil y devolverle protagonismo al peatón.
Un centro invadido por vehículos
La Plaza Independencia y sus alrededores se han vuelto zonas donde los autos permanecen estacionados durante horas, reduciendo la circulación fluida y la disponibilidad de espacios. A esto se suma la falta de veredas amplias, lo que afecta especialmente a personas mayores o con movilidad reducida. El resultado es un centro urbano con menos vida social y más tráfico.
Alternativas para una movilidad más amigable
Ciudades de todo el mundo han implementado estrategias para reducir la dependencia del automóvil. En Carmelo, algunas medidas podrían incluir:
- Estacionamiento tarifado, para evitar la permanencia prolongada de vehículos en el centro.
- Peatonalización gradual, permitiendo que ciertas calles sean de uso exclusivo para transeúntes.
- Ampliación de veredas, para hacer más cómoda la circulación peatonal.
- Reubicación de estacionamientos de motos, reduciendo la saturación en puntos estratégicos.
Marc Augé, en su concepto de «no-lugares», describe cómo los espacios urbanos pueden convertirse en entornos de tránsito deshumanizado. Carmelo, en su casco urbano, parece encaminado a esta dinámica: el centro de la ciudad ya no es un sitio de encuentro, sino un espacio tomado por vehículos en constante flujo. Por otro lado, el arquitecto argentino Roberto Doberti señala que la espacialidad urbana debe privilegiar al ser humano antes que a los autos, resignificando los lugares públicos como espacios de relación y permanencia.
El ejemplo de Pontevedra
En España, la ciudad de Pontevedra logró transformar su centro eliminando el estacionamiento en la vía pública, reduciendo la velocidad vehicular y sumando áreas peatonales. Con estas medidas, se redujo drásticamente la contaminación y los accidentes de tránsito, convirtiéndose en un modelo para otras ciudades.
Un desafío para Carmelo
Cambiar la dinámica del tránsito en Carmelo requiere decisión política y el compromiso de los ciudadanos. Una ciudad con menos autos en su casco histórico significaría calles más tranquilas, menos contaminación y un espacio público pensado para las personas.
Ensanchar las veredas en calles como 19 de Abril y Uruguay permitiría una mejor circulación peatonal y la incorporación de mobiliario urbano (bancos, arbolado, espacios de sombra).
La pregunta es si Carmelo está listo para dar ese paso.