De la Redacción de Carmelo Portal
En el vasto campo de la arquitectura, la espacialidad no es solo una cuestión de dimensiones, sino una construcción simbólica que articula la relación entre el individuo y su entorno. Para el arquitecto argentino Roberto Doberti, la espacialidad se convierte en un lenguaje con el cual se dialoga con la historia, la funcionalidad y la percepción humana del hábitat. Su enfoque transciende el simple diseño de estructuras para adentrarse en una exploración profunda del impacto que los espacios tienen en quienes los habitan.
Doberti entiende la arquitectura como un acto de mediación entre el vacío y la presencia, entre el adentro y el afuera. Su mirada pone énfasis en la forma en que los espacios construidos configuran la experiencia de quienes los recorren. En su obra, la espacialidad no es solo un componente técnico, sino una herramienta conceptual para inducir sensaciones, provocar respuestas y definir interacciones entre el ser humano y su contexto inmediato.
Uno de los ejes fundamentales de su pensamiento radica en la percepción del espacio a través de la luz y la sombra. Doberti retoma el principio de que la arquitectura no se limita a lo que se edifica, sino que también se define por lo que deja libre. En este sentido, la espacialidad adquiere una dimensión casi poética, en la que los vacíos tienen tanto peso como los volúmenes construidos. Este equilibrio es clave en su forma de proyectar, entendiendo que la arquitectura no es un objeto aislado, sino una estructura que debe responder a su entorno natural, cultural y social.
La espacialidad en Carmelo desde la perspectiva de Doberti
Es importante señalar que la relación entre el Arquitecto Roberto Doberti y Carmelo surge a partir de la lectura de su obra por parte de quien escribe esta nota. No existe un vínculo directo entre el arquitecto y la ciudad, sino una inspiración conceptual que permite analizar la espacialidad carmelitana a la luz de su pensamiento.
La inspiración de su obra a través de la lectura de un carmelitano es una aclaración válida para quien lea esta nota.
Carmelo es una ciudad donde la proximidad entre vecinos se convierte en un rasgo identitario del entramado urbano. Sus casas continuas, las veredas no tan anchas y la disposición de la vivienda en relación con el espacio público generan una dinámica particular: la conversación entre vecinos desde una acera a la otra, la constante presencia del otro en la cotidianidad de la calle, el diálogo entre lo íntimo y lo común. Este tejido urbano propicia relaciones que trascienden la función arquitectónica y se convierten en parte de la identidad carmelitana.
Desde la mirada de Doberti, esta espacialidad de cercanía puede entenderse como un valor fundamental en la construcción de comunidad. En su discurso, el espacio no es solo contenedor de funciones, sino un mediador de vínculos sociales. La arquitectura de Carmelo, con su escala humana y su disposición que favorece la interacción, encarna muchas de las preocupaciones de Doberti sobre la relación entre las personas y el entorno construido.
Sin embargo, la espacialidad carmelitana también enfrenta desafíos. La tensión entre la preservación de esta identidad urbana y la necesidad de modernización plantea interrogantes sobre cómo mantener la esencia del tejido social sin caer en una homogeneización que desdibuje su carácter. Doberti aporta a esta discusión con su énfasis en la flexibilidad del espacio, en la creación de lugares que respeten la historia y las dinámicas locales sin renunciar a la innovación arquitectónica.
Desafíos y aportes para la Carmelo del futuro
El pensamiento de Doberti deja abiertas varias preguntas para la evolución de Carmelo. ¿Cómo podemos conservar la riqueza de la espacialidad urbana sin sacrificar el crecimiento y la modernización? ¿De qué manera la arquitectura puede seguir fomentando la interacción vecinal en una época donde la digitalización tiende a aislar? Su perspectiva invita a repensar el rol del arquitecto como un mediador entre la tradición y la contemporaneidad, buscando soluciones que respeten la esencia de la ciudad sin impedir su evolución.
La espacialidad, entonces, no es un simple atributo físico de la arquitectura, sino un elemento vital que estructura la experiencia humana del lugar. Para Doberti, es en la relación entre el individuo y el espacio donde la arquitectura cobra su verdadero sentido. Sus propuestas invitan a una reflexión sobre cómo habitamos y cómo podemos, a través del diseño consciente, mejorar nuestra relación con el entorno construido, especialmente en contextos con un fuerte arraigo social como el de Carmelo.