El concejal por el Frente Amplio, Juan José Miguelena aclaró los motivos de su ausencia en el acto del 8 de marzo organizado por el Municipio de Carmelo.
Según explicó, nunca recibió una notificación formal sobre la actividad y, como en años anteriores, pensó que se llevaría a cabo otro día.
En sus cinco años de gestión, asegura, siempre ha participado en los homenajes. Pero esta vez la convocatoria no llegó, ni a él ni a su compañero Daniel Caraballo.
En el pasado, la alcaldesa Alicia Espíndola organizaba la actividad con anticipación, permitiendo que cada concejal propusiera a una mujer para ser reconocida. En esta ocasión, afirma, el procedimiento fue distinto y no hubo comunicación clara.
El concejal no descarta que su ausencia haya sido utilizada políticamente en el contexto electoral. Considera que desde algunos sectores se puede instalar la idea de que su falta de participación respondía a una decisión deliberada, cuando en realidad, sostiene, se debió a la falta de aviso.
Más allá del acto del 8M, Miguelena mantiene una postura crítica sobre el funcionamiento del Municipio de Carmelo. Asegura que la gestión es deficiente y que el órgano, en teoría colegiado, opera más como una monarquía en la que las decisiones se toman entre unos pocos sin rendición de cuentas.
Desde hace tiempo ha solicitado información sobre el uso de los fondos municipales, pero denuncia que los números no están claros y que la transparencia es escasa.
Recuerda que la auditoría del Tribunal de Cuentas dejó en evidencia múltiples observaciones sobre la administración local, señalando gastos excesivos y sin justificación adecuada. «Pero no pasa nada —dice— porque al final es plata de la gente, y a nadie parece importarle».
El desgaste en la gestión, advierte, no es nuevo, pero lo que más le preocupa es la falta de equidad en la toma de decisiones. Cree que la descentralización, en la práctica, nunca funcionó como debería, ya que las mayorías imponen su criterio sin abrir espacios reales de discusión.
A pesar de sus críticas, Miguelena reconoce que en política la última palabra la tiene la ciudadanía. Es consciente de que las elecciones municipales tienden a repetir esquemas preestablecidos, con acuerdos que determinan de antemano quién ocupará los cargos clave.
Sin embargo, insiste en que, mientras el sistema funcione de este modo, el cambio será difícil.
«Los ciudadanos sabrán qué hacer con su voto», reflexiona, dejando en el aire una certeza: si las reglas no cambian, el resultado tampoco lo hará.
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