Desde Carmelo —donde el aire huele a humedad de río y a memoria de club social—, un ex fiscal observa su ciudad con más preguntas que certezas. Carlos Chargoñia fue esta mañana a Radiolugares, habla como quien no necesita convencer, sino entender.
Tiene 64 años, una canción compuesta por su esposa y su hija, y el nombre circulando como posible candidato a alcalde. Dice que no tiene ego. Pero sus ideas lo contradicen. O lo explican.
El rumor tenía forma de pregunta: ¿Carlos Chargoñia quiere ser alcalde de Carmelo?
Él, que dedicó su vida a la fiscalía, a la docencia, a las comisiones barriales y a los libros de Derecho Administrativo, no llamó a nadie. Pero su nombre comenzó a sonar en los pasillos del Frente Amplio. «No tengo el ego necesario para ser candidato», dice al abrir la charla, casi como disculpa.
Antes, eso sí, se toma un minuto para mandar un saludo a su esposa, Luz Marina. El 19 de marzo cumplió 64 años, y ella —junto a su hija Natalia— le regalaron una canción. Carlos la nombra con la ternura exacta: «uno dobla el codo de la vida y esas cosas adquieren mayor significación».
Militancia sin cartel
—Carlos, ¿es cierto que le propusieron ser candidato a alcalde?
—Sí, hubo sondeos de acá de Carmelo y también de Colonia. Me invitaron desde el Movimiento del Sur, que trabaja con listas como la 8170 y la 817, apoyando a Viera y a Carlos Fernández, respectivamente. Me vieron como alguien que podía aportar.
Pero Chargoñia aclara rápido que nunca dijo que sí. Asegura que no tiene ambición de poder. «A muchos les gusta tener el cartelito, aunque no los vote ni su madre», lanza, entre la ironía y la pena. Luego baja el tono: «Hay gente que cree que política es figurar. Para mí es colaborar».
El peso de decidir
Con voz baja pero firme, rememora sus años de fiscal. Las decisiones difíciles. La responsabilidad de elegir entre dos opciones malas, y optar por la menos mala. «Toda la vida tomé decisiones», dice. Luego agrega que eso le enseñó a no buscar el aplauso fácil.
Le pregunto si se considera un líder. Niega con suavidad.
—No soy líder. Tal vez soy alguien que colabora. En Carmelo hay referentes, pero los verdaderos líderes… ya casi no se ven.
El país chico y el poder tras bambalinas
Habla de Carmelo como quien habla de un hijo dormido. Nombra con respeto a Dante Irurtia, dice que fue un referente, guste o no. Pero ahora, sostiene, todo está más diluido. «La comunidad se construía en los clubes sociales, en los bares. Ahí se generaban amistades, compromisos. Eso se ha perdido», lamenta.
En esa pérdida, dice, también se esfumó el compromiso. Hoy, afirma, hay más listas que proyectos, más candidatos que ideas. «Yo propongo que cada partido no tenga más de tres listas. El exceso confunde, no construye», sentencia.
El político improbable
Carlos Chargoñia no es un outsider. Es un improbable. Ha estudiado durante semanas sobre municipios, sobre tránsito en comunidades pequeñas, sobre basura y derecho administrativo. Buscó libros, leyó a autores uruguayos, preparó propuestas. Pero al final del día, se repite una frase: «No tengo el ego de ser candidato».
Lo dice con convicción. Pero también con un dejo de duda. Como si aún pesara la posibilidad de que alguien tenga razón al decir que él podría ser un buen alcalde.
—Para hacerlo bien, tendría que trabajar 28 horas por día y 9 días por semana. Y yo quiero ver a mis nietos, no en fotos.
El fiscal, el lector, el abuelo
Dice que la política hoy se ha convertido en una carrera por el ingreso, por el poder, por figurar. Cree que debería exigirse formación previa. Que los líderes deberían saber lo que es subir a un ómnibus, trabajar desde el alba, comer un choripán al paso. Como una forma de entender a quienes representan.
A veces, la entrevista parece una clase. O una conversación en un club. Cita el artículo 7 de la Ley 19.272 sobre los municipios. Lamenta que en 70 años de gobierno blanco en Carmelo no haya proyectos urbanísticos estructurales. Se pregunta, sin buscar respuesta: “¿Qué se hizo en este tiempo más allá de bachear calles?”.
Carlos, ciudadano
Cuando le pregunto qué espera como ciudadano, responde sin rodeos: alternancia. Cree que el Frente Amplio merece una oportunidad en Carmelo, no por ser mejor, sino por ser distinto. Cita al propio Luis Lacalle Pou: “En democracia, la alternancia es saludable”.
Carlos Chargoñia, el ex fiscal, el lector infatigable, el vecino con memoria de clubes y respeto por las normas, se corre del centro. Pero en su discurso, en su claridad, en su honestidad brutal, en su ternura con su esposa, hay más política que en muchas campañas.
Y tal vez por eso, su nombre suena. Aunque él no lo haya pedido.
Comentarios