La observación de ballenas constituye una incipiente actividad turística en nuestro país, que consiste en el avistamiento de cetáceos en lugares abiertos en tierra firme, torres costeras y desde embarcaciones.
El Ministerio de Turismo (Mintur) promueve la modalidad desde el año 2000 junto a la Organización para la Conservación de Cetáceos (OCC), en procura de consolidar e integrar este nuevo producto a la oferta turística.
Las ballenas francas (Eubalaena australis) arriban a las costas de Maldonado y Rocha entre julio y octubre en busca de aguas tranquilas y templadas para reproducirse, amamantar y cuidar a los ballenatos.
Los ejemplares adultos miden entre 14 y 16 metros de longitud, su peso varía entre 40 y 60 toneladas y se desplazan a una velocidad de entre 15 y 30 kilómetros por hora. La piel de estos especímenes es lisa y elástica y de color gris oscuro, con manchas blancas en su vientre; su cabeza presenta algunas callosidades con un patrón que no varía a lo largo de su vida y que son característicos de cada ballena, lo que posibilita su identificación.
La ruta de las ballenas francas comprende la Antártida, incluye Puerto Madryn (Argentina) y luego de su presencia en nuestras costas, el trayecto culmina en Florianópolis (Brasil).
Antes de arribar a nuestras costas los mamíferos ya se alimentaron de hasta una tonelada de krill por día en aguas cercanas a la Antártida y engordan hasta un metro de grasa. “Esto ayuda a las ballenas a tener la suficiente energía como para emprender la migración sin alimentarse. Interferir en su actividad determinaría que gasten parte de la energía que acumularon”, apuntó la responsable del área del ministerio, Mónica Lozano.
A fines de la década de 1990, la población mundial de ballenas francas, estimada en 5.000 ejemplares, estuvo en peligro de extinción. Las acciones emprendidas por varios Estados para su conservación llevaron a que el número aumentara a 7.000 cetáceos. Su recuperación es lenta debido a que las hembras tienen una cría cada tres años.
Normativa vigente protege a ballenas y delfines
El decreto 261/02 para el avistamiento de cetáceos establece que están prohibidas las actividades que impliquen disturbar, ahuyentar o molestar a los cetáceos en las áreas de desplazamiento, nado, descanso, reproducción, de cría o asentamiento.
Salvo casos expresamente autorizados, a menos de 300 metros de las ballenas no se permite nadar, bucear, circular con motos náuticas, pescar y la aproximación de embarcaciones no registradas.
El 13 de setiembre de 2013 fue promulgada la Ley 19.128 que declara al mar territorial y a la zona económica exclusiva (área que se extiende más allá del mar territorial y adyacente a este, hasta las 200 millas marinas) como “Santuario de Ballenas y Delfines”. En el artículo 2 establece que quedan prohibidas una serie de actividades ejecutadas en el mar territorial y en la zona económica exclusiva por embarcaciones de bandera nacional o extranjera.
La nómina incluye la persecución, caza, pesca, apropiación o sometimiento al proceso de transformación, de cualquier especie de ballenas y delfines. Además, el transporte y desembarque de ballenas y delfines vivos, a excepción de los casos de interés científico y sanitario, declarados como tales por las autoridades nacionales competentes.
El documento también menciona la retención, agresión o la molestia intencional que conduzca a la muerte de cualquier especie de ballenas y delfines.
Avistamiento de ballenas moviliza más de 13 millones de personas por año
Recientemente, el Municipio de Punta del Este suscribió un acuerdo de cooperación binacional entre esa jurisdicción y el municipio brasileño de Imbé, en el estado de Río Grande del Sur, denominado “Ruta de la Ballena Franca” para el desarrollo del turismo responsable, la conservación del recurso y la investigación científica.
El ministerio informó que más de 13 millones de personas contratan salidas para el avistamiento de ballenas en más de 100 países.
Hay dos perfiles de turistas claramente identificables en el avistamiento de ballenas. “El ecoturista o turista de naturaleza, es principalmente extranjero, de buen nivel económico, muy bien informado y capacitado sobre las ballenas francas que compara la experiencia de avistaje en varios puntos de la ruta”, afirmó Lozano.
«Hay otro turista, local, que se dirige preferentemente a Piriápolis y Punta del Este en procura de divisar a estos cetáceos aunque no maneja suficiente información específica y no tiene la paciencia necesaria que requiera esta actividad, ya que los cetáceos permanecen sumergidos por lapsos de hasta 15 minutos”, agregó.
Vía Presidencia de la República