La última encuesta de la consultora Factum (junio 2016) sobre la intención de voto de los uruguayos -“¿A quién votaría Ud. si las elecciones fueran este domingo?”-arroja interesantes resultados.
Frente Amplio: 30 %; Partido Nacional: 25 %; el P. Colorado: 8 %; el “Partido Novick”: 8 %; P. Independiente: 4 %; Unión Popultar: 2 %; P. Ecologista: 1 %; voto en blanco, anulado e indecisos: 22 %.
Comparando estas cifras con las registradas en una encuesta similar del primer semestre de este año, la variación es la siguiente: FA pierde 5 puntos; P. N. baja 1 punto; P. C. gana 2; P. I desciende 1 punto; U. P. se mantiene igual; P. Ecologista pierde 2 puntos; en blanco, anulado e indecisos: 1 menos (el “Partido Novick” no se encuestó pues no existía como tal entonces).
La conclusión más importante, es que si bien el partido de gobierno está en su punto más bajo de los últimos años (FA obtuvo el 48 % en las elecciones de 2014), estos votantes descontentos no se pasan a los demás partidos, que se mantienen prácticamente con los mismos porcentajes que a comienzos de 2016.
La encuesta también indagó de dónde provenían las ganancias de los partidos que crecieron. Así, Novick captó el 1 % de los exsimpatizantes del FA. En tanto, el P. Colorado y el P. Independiente –que crecieron 2 puntos cada uno- por ciudadanos que hace 6 meses estaban indecisos o pensaban votar en blanco / anulado.
El alto número de estos, más de un quinto del electorado, es considerado normal en un período inter-electoral, cuando faltan todavía 3 años para las elecciones.
La política es más un arte que una ciencia exacta y el sentido común no siempre aplica.
En un momento de crisis (sólo el 13 % de los uruguayos dijo que su situación económica es “buena o muy buena”) y disconformidad con una gestión gubernamental muy pobre en realizaciones, los uruguayos no visualizan en los partidos de oposición la alternativa para 2019.
Claramente, no basta con criticar al gobierno para ser opción de cambio. Se requieren, además, líderes creíbles, con carisma y propuestas viables que ataquen los problemas de las familias cuando mandan a sus hijos a la escuela, se tienen que atender en un hospital, no tienen un empleo formal, o son víctimas de violencia doméstica y la inseguridad.