Por Elio García |
No debe existir carmelitano que no tenga alguna mirada o recuerdo de Hugo Buenahora. Era uno de los personajes que con su historia personal a cuestas transitaba por las calles de Carmelo, siendo parte sustancial ya del paisaje mismo.
Su fallecimiento nos deja huérfanos de una persona que con todo el tiempo del mundo muchas veces nos paraba para contarnos una historia y adelantarnos alguna novedad.
Hugo era esa persona que todos conocemos y desconocemos a la vez. De una natural simpatía muchas veces no necesitaba cercanías para hablarte, lo hacía incluso desde la vereda de enfrente.
Acostumbrados a encontrarnos siempre, deberemos entonces recordarlo como una persona que a su manera tuvo que soportar parte de su vida historias de tragedia que a su modo resolvió entregándose a un andar permanente por las calles, por todas partes, en todas las fiestas populares, su presencia marcaba su destino.
Desde aquí un saludo, lo recuerdo como lector atento de algunas cosas que escribí en otros sitios. Una vez me sorprendió con una frase exacta que repitió de memoria de historias que uno a veces escribe.
Me la gritó una tarde en Plaza Independencia. No se equivocó en una palabra.
A Hugo lo recuerdo también como el señor que cuando te veía te saludaba mencionando tu nombre y apellido.
Se va extrañar su ausencia en todas las esquinas de la ciudad.