Por Elio García /
En la galería UNIX de Nueva York se viene desarrollando una instalación del artista español Eugenio Merino, que tiene como tema una reflexión «artística» sobre las elecciones presidenciales en los Estados Unidos.
En su obra «Damaged Goods» se muestra la cabeza decapitada de Trump, el candidato republicano, en una caja de cartón preparada para productos tóxicos.
Sobre gustos no hay nada escrito dice el dicho popular, en lo personal me parece totalmente desubicada y fuera de lugar, tal vez por esa uruguayez -que me define- de lo formal y de no mostrar las cosas oscuras que sentimos y las escondemos.
La obra con el rostro de un Trump decapitado tiene mucho de kitsch pero mirándola desde el espacio de la libertad de expresión pone en crisis las opiniones cuestionadoras al cuadro un tanto naif de Mujica y Topolansky sin ropas, si venimos a las comparaciones y miramos nuestras tierras.
No debería caer en buscar similitudes de cosas distintas, en sociedades diferentes, pero ambas representaciones tienen un abordaje que puede molestar. Sin duda que la versión que se muestra en Estados Unidos da la sensación que se les fue la moto.
Imagino una instalación parecida en Uruguay de la de Trump con algún personaje político de la fauna uruguaya y uno sospecha que no iría la policía sino que mandarían a Los Thunderbirds al rescate.
En definitiva esos espacios culturales provocadores muestran en lo crudo un desnudo en duplicado, el de la pintura y el de los personajes de carne y hueso que no se bancaron una mirada transgresora donde la única discusión inteligente sería si eso es arte o un marco con una pintura.
En estos tiempos raros los conservadores se muestran tolerantes e indiferentes a la estupidez humana y los que deberían mostrarse como revolucionarios y con algo de inteligencia percibir aquello que vale la pena defender, se presentan como reaccionarios y se escandalizan por una pavada.
A mi que no me pinten y menos desnudo, ta!