Por Edmundo Roselli /
Últimamente y con cierta frecuencia algunos periodistas se han dedicado a analizar la interna de Alianza Nacional (AN). Algunos han informado y otros opinado sobre lo que parece consideran una crisis en la interna de la agrupación, generada por dirigentes que estarían desconformes o molestos con la conducción que el senador y su líder, Dr. Jorge Larrañaga, realiza.
Descarto la buena fue de los periodistas y analistas que tratan el tema y entiendo que lo hacen buscando informar a la población sobre lo que sucede con AN, sector que se ha convertido en una de las piezas fundamentales de la política nacional y de la oposición. Si esta agrupación no tuviera el peso ni la pujanza que realmente tiene, difícilmente los medios se ocuparían de ella.
Pero para que no haya confusiones ni malos entendidos en la población es necesario dejar en claro algunos puntos de importancia.
En primer lugar hay que tener en claro que es innegable el liderazgo del Dr. Jorge Larrañaga. Por su experiencia militante, por el conocimiento que tiene de todos los asuntos del país, por su capacidad de conducción y de diálogo con todos los sectores, por su ejecutividad y labor parlamentaria, se trata de un líder de peso que no se puede negar ni soslayar. Es algo que todos en el Partido Nacional sabemos y reconocemos.
No es exagerado decir que luego de recuperada la democracia en 1985 Jorge Larrañaga ha estado involucrado en todos los hechos políticos de relevancia, sin olvidar su militancia opositora a la dictadura.
En Uruguay hay varios ejemplos de partidos y sectores en los que sus integrantes se achatan y adormecen bajo la acción de un líder que no los deja crecer. Afortunadamente eso no ocurre en el Partido Nacional ni en AN.
Por la dinámica de la agrupación pero también por el espíritu fermental que el propio Larrañaga le impone generando espacios y dando oportunidades a todos, AN es un movimiento integrado por personalidades curiosas, inquietas y pujantes que siempre buscan avanzar y estar en la primera linea del Partido.
Eso es altamente positivo porque enriquece, genera corrientes de pensamiento, ideas, iniciativas, y todas contribuyen a la agrupación, al wilsonismo, al Partido y lo más importante: al Uruguay. No es casual que en sus filas militen destacados intendentes, senadores y diputados, además de miles de ciudadanos, algunos de ellos anónimos, que son el sustento de las ideas de Wilson.
Esa acción fermental de quienes integramos AN genera lo que algunos pueden equivocadamente interpretar como fragmentación o divisionismo, pero sabemos que no es así. Mucho menos que implique desconocimiento de lo que Jorge Larrañaga representa para todos quienes militamos bajo estas banderas. En todo caso se trata de la riqueza política de nuestra agrupación que va abriendo espacios para proponer y desafiar en aras de un mejor Uruguay, para lo que es fundamental impulsar, como el propio Larrañaga dijo cierta vez, “una militancia que contagie”.