Por Daniel Abelenda /
El Estado uruguayo, nacido pequeño y débil en 1830, se fue consolidando a lo largo del Siglo XIX –con hitos como Latorre y la reforma de J. P. Varela- y tuvo una gran expansión en el “período batllista” (primeras décadas del Siglo XX) que en realidad fue obra de toda la clase política –colorados, blancos, socialistas, comunistas, cívicos- hasta la década de 1960.
Recién allí, surgen algunas voces de técnicos independientes, advirtiendo que teníamos un Estado enorme aunque antiguo, lento e ineficiente. Se empezó a hablar de una “reforma”.
Para entonces, el Estado Nacional formaba parte esencial de la vida cotidiana de la gente. Previsión social, salud, educación, leyes laborales, servicios varios (desde el Correo hasta el SODRE) y las llamadas “Empresas Públicas” (UTE, OSE, ANTEL, ANCAP, etc.).
Y por supuesto, la función primaria de recaudar impuestos. Los uruguayos pagamos ¡qué duda cabe!- impuestos del Primer Mundo y en retribución, tenemos servicios de un “país en vías de desarrollo”. Es decir, de mala calidad. Y a veces, no se recibe nada, como los pueblos del Interior profundo donde no hay Bomberos, ni Policlínicas o ambulancias, ni un cajero del BROU, o hay que viajar 80 kms. para pagar la factura de UTE.
Hasta ahora lo hemos tolerado. Y así tratamos de convencernos que es un mal necesario, que no se puede tener un Estado moderno y eficiente que le sirva, sobre todo, a los más pobres.
Y hemos sido condescendientes con sus responsables, la clase política y los administradores que esta designa. Si no nos gusta cómo lo hicieron, los podemos cambiar cada 5 años.
¿Pero qué pasa cuando la ineficiencia se extiende por décadas y el cambio de nombres de estos gerentes significa ir de mal en peor, y los políticos que los pusieron allí, no reaccionan?
¿Cómo es posible que una de las Intendencias más ricas del país como la de Colonia, acumule una deuda de 15 años con UTE? ¿Es aceptable que una comuna que recaudó un promedio de 50 MILLONES DE DÓLARES ANUALES durante los dos períodos de Zimmer, administre TAN MAL los dineros públicos que no pueda cumplir sus obligaciones con el Estado?
Es esto lo que los ciudadanos movilizados y organizados de Colonia rechazan. No aguantan más que los malos políticos sigan despilfarrando su dinero. Todo tiene un límite. Y el pueblo ha dicho ¡basta!