La reconstrucción del Batllismo está en una encrucijada.
Se convoca a una instancia electoral abierta, competitiva, que promueva la cercanía con la gente para recoger su visión, sus necesidades, sus demandas, sus reproches y sus alientos; o se vuelve a recurrir al cupulismo, a la digitación de candidatos que tanto daño le ha hecho en el pasado. Es decir a lo que José Batlle y Ordóñez llamaba con desdén: la influencia directriz.
A fines del año pasado se emitió una declaración, a la cual fuimos invitados y firmamos, promoviendo el esfuerzo para encontrar un camino de unidad en el Batllismo.
Pero enseguida comenzaron a conocerse rumores y opiniones de que ese era un mecanismo para promover ciertas candidaturas con el mismo procedimiento cupular que ya creíamos desterrado.
Sería un gran error. El Batllismo Unido debería ser un gran refugio que incluyera a todos, pero que no se convirtiera en instrumento de nadie como parte de un proyecto personal para lanzar su candidatura.
Si las circunstancias determinaran que TODOS los sectores lograran consenso para coincidir en un candidato aglutinador y que se preservara la diversidad de grupos y tendencias, sería un camino aceptable y hasta quizás aconsejable. Pero luego de medir fuerzas en una justa electoral abierta y competitiva que determinara quién es quién, cuáles son las cercanías y lejanías del pueblo elector. Cuando digo “sectores”, me refiero a todos los que han hecho el esfuerzo de mantener la llama encendida durante todos estos años, que han recorrido el país, que tienen estructuras que hay que respetar. No a antiguos dirigentes de muy respetable trayectoria, pero de escasa representatividad política hoy en día.
Otra vez vuelve a estar sobre la mesa la idea de los caciques y los indios que levantó Jorge Batlle en las elecciones internas de 1989, en las que los tariguistas aprendimos la lección.
Así que, como dirigente apartado durante años de la militancia activa por razones diversas, siento la necesidad de reclamar que el protagonismo se ceda a las nuevas generaciones que deben tomar la antorcha, fijar una nueva agenda y renovar el Batllismo, y me comprometo a alentarlas con toda energía, si surgen de una confrontación electoral interna, fraterna, competitiva y abierta.
Eso sí, otra vez dedazos, no.
Ricardo Lombardo