La linterna mágica es un aparato óptico, precursor del cinematógrafo. Se basaba en el diseño de la cámara oscura, la cual recibía imágenes del exterior haciéndolas visibles en el interior de la misma, invirtiendo este proceso y proyectando las imágenes hacia el exterior. Esta historia tiene algo que ver con esos orígenes.
En la pasada sesión del Municipio de Carmelo, Alvaro Acuña, del Carmelo Cine club, nos hizo movilizar en una de las presentaciones más destacadas que persona alguna realizó en los últimos tiempos en esta institución tan republicana, como son las de los gobiernos locales.
Acuña no fue a pedir, fue a decir todo. Y pasó revista por una de las instituciones más increíbles en la vida cultural de la ciudad.
El Carmelo Cine Club apunta a la difusión del Arte a través del cine, promoviendo así, la cultural audiovisual como una forma de comunicación social. Su objetivo es lograr un alcance cultural mediante la difusión de cine arte, documental y material de archivos de la historia del cine.
Mediante proyecciones semanales de cine arte no comercial, el Carmelo Cine Club persiste porfiadamente en un mundo donde muchas veces no vemos lo más cercano.
Las historias que este hacedor local cultural narró y que vinculan desde el trabajo con escuelas rurales, un liceo de Colonia junto a jóvenes con problemas de conducta, la relación con una escuela de la ciudad que sufrió una inundación fueron experiencias que emocionaban al escucharlas.
En algún momento alguien sugirió en declararlo de interés cultural. Pero el Cine Club ya tiene reconocimientos y laureles, necesita otra cosa: necesita un proyector, una sala propia, una pantalla, necesita tangibles, la mirada de las autoridades en clave de compromiso.
Cuando Acuña se fue de la sesión, todos los concejales presentes quedaron prendidos de lo que durante una hora este señor narró.
Alvaro Acuña habló de cultura local. En dos momentos pidió que miráramos las expresiones de caras de niños viendo una película. También el proyector mostró una foto «de jóvenes violentos,» en una actividad del Cine Club.
Los jóvenes violentos mostraban sus caras limpias, miradas mansamente profundas, una cachetada a nuestros prejuicios y etiquetas, a esa forma en discriminar a quienes muchas veces los adultos no comprendemos.
En esas caras estaban los hijos de todos nosotros y de todos ustedes.
Elio García