“El que crea que está jugando por Internet en la Ballena Azul, en realidad es un manipulador que juega con él”, advirtió el titular de la cartera del Interior, Eduardo Bonomi. “Como ministerio, debemos advertir lo que pasa con este entretenimiento en línea, que consiste en pasar desafíos que pueden culminar con la incitación al suicidio, primero para prevenir y luego investigar cómo hacer más fuerte la advertencia”, insistió.
“El juego denominado Ballena Azul es lamentable”, enfatizó Bonomi. “En Rivera, una niña se realizó cortes en su cuerpo como resultado de esos desafíos”, agregó, para luego detallar que este juego por medio de redes sociales, originado en Rusia, ya ha causado víctimas en Brasil y Colombia, se sospecha que también en Chile y en varios otros países de Europa.
En declaraciones a la prensa, tras inaugurar la base de operaciones de la Unidad Aérea, detalló que la policía de Rivera judicializó el tema y que el director de la Policía Nacional, Mario Layera, derivó la investigación a la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol).
“Hasta ahora se dice que es un juego de Internet entre dos personas, que deben pasar ciertas pruebas riesgosas que pueden llevar, incluso, a la muerte del participante”, dijo. “El problema no es que es un juego de pasar pruebas, el juego es del manipulador que tiene éxito cuando el manipulado se suicida, por lo que lo inducen a adolescentes o personas con depresión psíquica”, acotó.
“El que crea que está jugando, en realidad están jugando con él. Como ministerio debemos advertir que esto está pasando, como manera de prevenir para luego investigar cómo hacer más fuerte la advertencia”, insistió Bonomi.
Varios países latinoamericanos se han visto sorprendidos por este juego en línea, conocido como La Ballena Azul, que ha llegado a incitar a decenas de suicidios entre adolescentes en Rusia. Está presente en plataformas como Facebook o Twitter y consiste en una serie de «retos» planteados en grupos cerrados, en los que se pide a los jóvenes, de entre 12 y 14 años, que realicen una prueba cada día durante 50 jornadas.
La intensidad de los retos va creciendo, al pasar de peticiones tan inocentes, como comer una determinada cantidad de huevos hervidos o no hablar durante todo el día a otras «exigencias» mucho más macabras, como invocar espíritus o hacerse cortes en la piel en forma de ballena, hasta el propio suicidio.