Imagínese que usted le debe 58 mil pesos a alguien y que esa persona resuelve perdonarle 10 mil pesos, por lo que su deuda –de un día para el otro- queda en 48 mil. Indudablemente que usted se alegraría casi hasta las lágrimas, abrazaría a su acreedor e incluso hasta se mostraría dispuesto a poner una foto de él en el living y prenderle velitas debajo. Bueno, algo así le pasó a la Intendencia con Ramón Álvarez, un empresario que tenía la fortuna de ganar casi todas las licitaciones de la época de Zimmer y que, de buenas a primeras, decide perdonarle 10 millones de pesos a la Intendencia. La deuda supuestamente contraída durante la fiesta zimmerista llegaba a 58 millones de pesos y San Ramón, en un gesto magnánimo y digno de un santo, nos perdona una parte y se conforma con 48 millones. Como decía mi abuela: cuando la limosna es grande, hasta el cura desconfía.
Ya hemos hablado de este tema: en la década de Zimmer como intendente, la administración municipal no se caracterizó precisamente por la prolijidad. Muy por el contrario, ingresaron funcionarios con la condición de ser militantes del Partido Nacional, se contrataba a los camiones de los amigos del Intendente, se compraban materiales en las canteras de los amigos, se les pagaban horas extras y viáticos a los funcionarios que además hacían trabajo partidario, etc. Una de las tantas perlitas de la administración Zimmer es que la empresa Ramón Alvarez S.A. ganaba cuanta licitación aparecía. Además Zimmer utilizaba una “trampita” muy común durante su mandato que consistía en darle una obra mediante licitación reducida y en seguida pedir una ampliación del 100%. Esto significa que inmediatamente le duplicaba el monto que iba a cobrar. Hecho de esta forma, se evitaba hacer un llamado a licitación pública, para no correr el riesgo de que Ramón perdiera el negocio.
Muchas obras se hicieron por la mitad: quedaron piedras amontonadas en la Rambla de Colonia y también en el Balneario Zagarzazú de Carmelo, por ejemplo. Muchas obras que hizo esta empresa podrían haber sido hechas por funcionarios de la Intendencia, con maquinaria de la Intendencia. Sin embargo Zimmer prefería pagar cifras muy elevadas, beneficiando a Ramón, contratándolo para hacer obras que perfectamente podría haber hecho con trabajadores municipales.
A poco de haber asumido su período de intendente, Moreira nos dijo que había muchas “zonas grises” en la pasada administración y que por eso había contratado una consultora que analizara la situación financiera. Una vez conocido el informe, sabemos que las zonas grises en realidad encierran 700 millones de pesos en pérdidas; eso es lo que nos dejó Zimmer. Amiguismo, clientelismo y una absoluta falta de respeto a las más elementales reglas de transparencia y buena administración.
El viernes pasado la Junta discutió la propuesta de pago a Ramón Alvarez, el hombre que se convirtió en una especie de santo benefactor que nos quiere perdonar 10 millones de pesos. La bancada del Frente se mantuvo en la postura de que las zonas grises a las que aludía Moreira, en realidad son un pantano pútrido. Nosotros entendemos que primero hay que investigar cómo se generó esa deuda, qué obras se hicieron y cuáles quedaron por la mitad. Por qué siempre Ramón Alvarez ganaba todas las licitaciones y por qué hacía obras que podía haber hecho la Intendencia con sus medios. Y si hay elementos para llevar este tema a la Justicia, lo haremos.
Como era previsible, la bancada del Partido Nacional cerró filas detrás del zimmerismo y quiere ponerle lo más rápido que se pueda la tapa a la olla. Una vez más, Moreira y Zimmer, Zimmer y Moreira, dejan en claro que son dos caras de la misma moneda. San Ramón, agradecido.
Prof. José Luis Pittamiglio
Edil Departamental Partido Socialista (FA)