“El olfato y la intuición de Larsen, puestos al servicio de su destino, lo trajeron de vuelta a Santa María (…). Dos días después de su regreso, según se supo, Larsen salió temprano de la pensión y fue caminando lentamente por la rambla desierta hasta el muelle de pescadores. Desdobló el diario para sentarse encima, estuvo mirando la forma nublada de la costa de enfrente, el trajinar de los camiones en la explanada de la fábrica de conservas Enduro, los botes de trabajo y los que se apartaban, largos, livianos, incomprensiblemente ungidos, del Club de Remo. Sin abandonar la piedra húmeda del muelle, almorzó pescado frito, pan y vino, que le vendieron los muchachitos descalzos, insistentes, vestidos aún con los harapos de verano. (…) recogió el diario aparecido la noche anterior en Buenos Aires y se fue mezclando con la gente que descendía la escalinata para ocupar la lancha toldada, blanca, que iba a remontar el río.” (…)
Bajó en el muelle que llamaban Puerto Astillero, detrás de una mujer gorda y vieja, de una canasta y una niña dormida, como podría, tal vez, bajado en cualquier parte.
Fue trepando, sin aprensiones, la tierra húmeda paralela a los anchos tablones grises y verdosos, unidos por yuyos; miró el par de grúas herrumbradas, el edificio gris, cúbico, excesivo en el paisaje llano, de letras enormes, carcomidas, que apenas susurraban, como un gigante afónico: ´Jeremías Petrus & Cía.´”
EL ASTILLERO, considerada una de las novelas fundamentales de Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909 – Madrid, 1994) fue terminada en junio de 1960 y publicada en 1961. Está dedicada a Luis Batlle Berres, ex presidente de la República, a quien Onetti conoció cuando trabajara en el diario Acción.
Esta obra culmina la llamada “Trilogía (o saga) de Santa María”, con la muerte de su protagonista Larsen, que apareciera en “La vida breve” (1950) y “Juntacadáveres”, novela que si bien apareció en 1964, fue escrita antes de El Astillero.
En ellas, además de Santa María, una pequeña ciudad que pudo ser cualquiera del Litoral argentino o uruguayo, aparecen otros lugares como “Puerto Astillero” o una “colonia de labradores suizos”, que evocan a ciudades del Departamento de Colonia, que Onetti visitara asiduamente a fines de la década del 50.
Prof. Daniel Abelenda