«Cuantas flores nacen para colorearse sin ser vistas.»
Thomas Gray
Cuando un tal Descartes asumió la tarea de reconstruir la filosofía, su primer paso fue permitir el escepticismo y descartar la práctica de los denominados escolásticos de acudir a la autoridad como fuente última de la verdad.
Hecho esto buscó una fuente más original de principios verdaderos y aseguraba haberla encontrado en la mente humana. La autoconciencia nos proporciona nuestras verdades fundamentales. Es que Descartes, viendo a hombres que parecían bastante claros y positivos sosteniendo opiniones opuestas acerca de principios fundamentales, concluyó que la claridad de las ideas no es suficiente para sacar a luz puntos de la oscuridad.
Estos pensamientos de Descartes produjeron en el genial filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz algunas observaciones que se ven, justamente porque no se ven.
Y todo esto viene a lugar después de asistir este viernes a la Junta Departamental de Colonia, y escuchar el debate que terminó en la aprobación con modificaciones el Proyecto de Decreto regula el funcionamiento de los Municipios del Departamento.
No digan nada, pero tengo sospechas que el viernes Descartes anduvo haciendo de las suyas por la Junta de Colonia.
Ya hemos escuchado hasta el cansancio que el Uruguay tiene un Cerro Chato, una cárcel llamada Libertad o un Arroyo Seco entre otras incoherencias. Por eso no debe sorprendernos que el mayor tiempo de discusión de los ediles en esta reglamentación que es hija de la Ley de Descentralización Política y Participación Ciudadana, haya sido justamente las sesiones secretas o reservadas.
En efecto, algunos ediles se pasaron casi todo el tiempo hablando de las garantías políticas que da la vocación en gobernar entre cuatro paredes, principalmente en el manejo de temas delicados de buena vecindad.
Quedó claro que es un abuso institucional realizar sesiones reservadas cuando se tratan temas vinculados a licitaciones públicas, al manejo de inversiones, a planes, proyectos, planificaciones y un largo etcétera. Tan largo que en la Junta Departamental de Colonia dicen que las sesiones secretas allí se pueden contar con los dedos de una sola mano en años de actuación.
Se sostiene que la acción del pensamiento es excitada por la irritación de la duda, y cesa cuando se alcanza algún nivel de creencia. Es que en todo esto solo nos queda creer en la buena utilización de esta herramienta por parte de los concejales colonienses con un reglamento que intentará dar luz en la oscuridad.
La nueva reglamentación no aclara en detalle muchos aspectos vinculados a las sesiones de carácter reservadas. Pero es todo un mensaje que gran parte del tiempo de discusión de los ediles se lo llevó ese tema y no las garantías para la participación ciudadana, por citar solo un ejemplo del montón.
Elio García