Nos reímos porque sabíamos que a nadie se le ocurría dialogar de cosas raras. Por ejemplo nosotros pensamos que algo extraño existe en nuestras vidas que recordamos hechos nimios.
Vos me contaste que por 1977 un día de mayo llovió mucho y escuchaste CW 25 Radio Durazno, desde las 13 horas hasta como a las 20 horas y afuera seguía la tempestad.
También aquella foto que nos tomamos en el puente del ferrocarril. Digo que cuando los días de tormenta el tren sonaba temible cuando a las tres de la mañana por la ciudad central pasaba rumbo a Montevideo.
Recuerdo que saliendo a las 15 horas de las clases particulares de matemática, pasaban los niños de las clases de acordeón -gritando o saltando- con sus instrumentos y yo con mi cuadernola observaba.
Ahora estoy en la mesa política. Ellos hablan del proyecto de la OPP. Las siluetas cortan filosas frente a la ventana y dejan traslucir las hermosas palmeras altas de la plaza. Hablan de los plazos de entrega y de las carpetas ministeriales.
Estoy observando el punto central de la mesa donde hay una botella plástica de agua mineral y cuatro vasos.
Pienso en la maestra Norma. En el pizarrón escolar y en los días de cine. Voy caminando por la Costa Azul, navego en un pequeño bote destartalado. Alguien me llama en la costa para tomar la sopa caliente. Nadie conoce a Soraya pero ella fue mi prima y me enseñó a cabalgar en Paraje Tejeras.
Allá veo el río y las luces uruguayas de los domingos tristes. Al otro día ella en la radio dice cosas ni buenas ni malas.
Se puede estar en un lugar atentamente para los otros, pero en tu interior hay unos fuegos viejos que cantan estribillos políticos o una dulce melodía bailable.
Nada es lo que parece. Nadie conoce a nadie.
Pocos entienden lo inexplicable.
La idea es que tu no entiendas nada. La verdad es que tu no entiendes nada.
Elio García