Con la maestra Lorena Fernández, asistente de Julio Bocca, dialogamos previamente a la actuación en Carmelo del Ballet Nacional del Sodre sobre todo aquello que no se ve pero que hace a la excelencia cuando se pone en escena una obra.
Fernández es de nacionalidad española y por cuestiones vinculadas al amor llegó a estas tierras, no fue casualidad, simplemente se enamoró de un uruguayo.
Tenía un extenso curriculum y lo presentó al Maestro Julio Bocca quien no dudó en tenerla en el equipo. Lorena Fernández realizó toda su carrera artística en el Scottish Ballet de Londres (Inglaterra), se formó en Pedagogía en esa ciudad en el Royal Ballet School y también en English Ballet donde trabajó.
«Todos los días doy clases de calentamiento a los bailarines. Ese tiempo lleva una hora y media durante las mañanas. Luego durante todo el día preparamos la actuación desde las once a las cuatro de la tarde. Si vienen coreografos invitados yo los asisto y cuando ellos se van la coreografía queda en mis manos», nos cuenta al referirse a su labor cotidiana en la compañía.
¿Cómo se debe mirar una obra de ballet?
La pregunta inocente surgió desde la mirada de aquellos públicos que no consumen frecuentemente este tipo de obras.
Por eso nos interrogamos: ¿se puede enseñar a mirar una obra de ballet?, ¿en qué debemos detenernos?, ¿en el conjunto o en un bailarín?.
Lorena lo explicó sencillamente «esto es arte, lo primero que debemos guiarnos es en nuestro propio gusto. Si lo que vemos nos gusta es una buena señal. Lo que el público debe considerar es si le gusta ese cuadro o no.»
Profundizando en la respuesta que nos dio, le consultamos sobre la técnica y nos dijo: «en la parte clásica del repertorio del Quijote si cuentas los 32 fouettes de la bailarina es mérito de aplaudir.»
Un fouetté es el giro en que se mueve la bailarina utilizando la pierna y la otra en forma de látigo para impulsar la vuelta del cuerpo. «Hay que ver que estos giros salgan con precisión y se vea al bailarín seguro; que mirándolo parezca fácil», nos dice Lorena.
«Hay cosas de coreografía que una persona normal del público quizás no las pueda notar como error, pero hay otros fallos sutiles que se pueden ver. La calidad de un buen bailarín se percibe al ver lo fácil que lo hace y con la delicadeza y fuerza que baila», nos ilustra la Maestra del Ballet del Sodre.