El 9 de julio de 2015 la Intendencia de Colonia contrató a la consultora Price Water House Coopers,
En aquella oportunidad la PwC analizó la situación financiera y legal de la Intendencia de Colonia y la función de aquella contratación no solo fue el diagnóstico sino el asesoramiento posterior en función de los hallazgos obtenidos.
La Price recomendó ocho acciones estratégicas, las que pidió implementar de inmediato el gobierno del Dr. Carlos Moreira.
En esta oportunidad me voy a detener en la recomendación número siete la que textualmente decía: «Fortalecer la cultura de control en la organización, con una planificación estratégica, con indicadores de control a nivel de cada dirección.»
Desde el “Nunca vi nada igual” que dijo el Dr.Alberto Faget socio de Price en la Junta Departamental de Colonia hasta hoy, algunas cosas han sucedido pero otras parecen de difícil resolución. Estamos ante un problema estructural de difícil implementación para cambiar, estamos hablando de los controles que debería tener la administración pública departamental.
El estudio de la Price sugirió «fortalecer la cultura de control en la organización».
No sería justo señalar que nada se hizo en todo este tiempo. Se realizaron cambios importantes, se desactivaron gastos insólitos. Pero la cultura del control parece que aún no ha llegado a la Intendencia de Colonia.
Y en esto hay responsabilidades compartidas entre el ejecutivo y una débil oposición que parece adormecida o estar en otros asuntos, dejando de lado su cometido republicano de cumplir con el rol de contralor.
Solo dos ejemplos marcan la falta de control en esta administración.
El primero, lo que sucedió con la investigación del faltante de balasto en el Corralón Municipal de Carmelo, tema que increíblemente no terminó en la justicia.
El otro asunto, el bochornoso trabajo realizado en las calles de Carmelo, donde más allá de subir fotos a las redes sociales documentando la calidad de los «arreglos» realizados, en una ciudad históricamente sufrida en estos temas. Más allá de ese lugar común, ya nadie se sorprende que las obras públicas sean de mala calidad, el tema que nadie menciona es constatar la falta de control.
No se controla el trabajo contratado, no hay certezas del material utilizado, nadie conoce efectivamente si se cumple con el protocolo de actuación por las empresas contratadas. Se publican fotos con obreros sin ninguna protección y nadie actúa. La gente muestra los pozos y las calles intransitables a menos de una semana de ser intervenidas y todo queda como una anécdota más.
Y sucede que nos acostumbramos a vivir así. La resignación es el peor lugar para analizar un problema que no se soluciona porque no es fácil transformar culturalmente espacios contaminados durante décadas por la inoperancia y la desidia.
No podemos vivir en una ciudad permanentemente en tareas de bacheo. Es imposible pensar el Carmelo del futuro sin tener resuelto temas básicos como los pluviales, las calles, la faja costera, el ordenamiento territorial, el servicio de limpieza ciudadana que no existe, la basura, el tránsito, la educación y el rol de la autoridad.
Lo que estamos viendo está lejos del camino ideal.
Elio García