El Vicepresidente de la República, Raúl Sendic, está en la cuerda floja, al punto que en el ambiente político se maneja y varios referentes (incluso del FA) han pedido su renuncia.
¿En qué se basan para una decisión que sólo tiene un antecedente, y en muy distintas circunstancias históricas del Uruguay? Nos referimos a la renuncia de Jorge Sapelli (P. Colorado), el 27 de junio de 1973, horas después de consumado el Golpe de Estado de los militares, al discrepar con su correligionario, el expresidente Juan María Bordaberry.
Los cargos en política son como los trajes: no deberían quedarnos ni chicos ni grandes.
Luis Alberto de Herrera
¿Cómo llegó Sendic a estar al borde del abismo? Fue un largo camino. Hubo errores, “amiguismo”, “mala gestión” y “hechos de apariencia delictiva” en la gestión de ANCAP, cuando estuvo a su frente entre 2011 y 2014, que decidieron a legisladores de la oposición radicar denuncias penales ante la Justicia a fines de 2016 (aún no hay sentencia de primera instancia).
La carrera política de Sendic había comenzado en 2000 cuando fuera electo Diputado por Montevideo, gracias a un acuerdo electoral entre el Movimiento 26 de Marzo y el MPP. Hasta allí, su único capital político era su apellido, de resonancias míticas en la izquierda. Su padre había sido Raúl Sendic Antonaccio (Flores, 1925 – París, 1989), fundador y líder histórico del MLN-Tupamaros en los años 60.
Su pasaje por la Cámara de Diputados no fue especialmente destacado, salvo cuando en 2002, en plena crisis financiera, exigió la “renuncia del Presidente Batlle y todo su gabinete.”
En 2005 fue designado vicepresidente de ANCAP, y en 2009, Ministro de Industria y Energía (sustituyendo al Ing. Martínez, actual intendente capitalino); era la primera presidencia de Tabaré Vázquez, y Sendic (45 años) se perfilaba como la “renovación” del FA. Cuando asumió José Mujica, en 2011, lo nombró presidente del ente petrolero, con la idea de que una eficiente gestión lo llevaría a integrar la fórmula presidencial para el regreso de Vázquez en 2014: “Sendic es mi pollo”, dijo enfáticamente Mujica.
Y como la cosas marchaban aparentemente bien (hubo publicitadas inauguraciones de plantas, nuevas tecnologías y empresas socias de ANCAP), su figura tuvo muchos segundos de T.V. y creció políticamente, hasta imponerse como el Nro. 2 de la fórmula presidencial del FA.
El 15 de febrero de 2015, asumía como Vicepresidente de la República, Raúl Fernando Sendic Rodríguez (52, divorciado, dos hijos) y con un título de “Licenciado en Genética Humana” de la Universidad de La Habana, según consignaba la página web de su sector, Compromiso Frenteamplista, Lista 711. Este detalle, en quien nadie había reparado hasta que un periodista tuvo la prevención de chequear, fue el comienzo de su debacle.
La opinión pública y casi toda la clase política, reclamaron que Sendic aclarara si tenía o no título universitario. “Lo voy a pedir a Cuba”, dijo el interpelado, pero pasaron las semanas y el documento nunca apareció (aunque la Senadora Topolanski dijo que “lo había visto”), en una frase que dio aún más libreto a la comedia (¿o drama?) que crecía en los medios.
Finalmente, Sendic admitió que se había equivocado y que no era Licenciado. Pero ya era tarde: su credibilidad estaba destruida. ¿Tendría todavía futuro en política?
La gota que desbordó el vaso fueron los importantes gastos (más de $ 500.000 y US$ 30.000) con la tarjeta corporativa que Sendic (y otros directores de ANCAP) realizaron en ocasión de viajes oficiales al exterior.
El Vicepresidente ensayó una tímida justificación, diciendo que estas gastos son “normales en los directores de las empresas públicas” (p. ej., regalos empresariales), que “no eran grandes cantidades” y que “los legisladores cuando viajan al exterior, gastan mucho más”.
A la oposición no le convencieron estos argumentos y llevó el tema a la JUTEP, el organismo gubernamental que investiga los casos de corrupción. Se aguarda su fallo con gran expectativa.
Pero esta vez, el FA también reaccionó. Se convocó a Sendic ante la Comisión de Ética, quien concurrió personalmente a principios de julio a la sede Líber Seregni, a cuya salida se lo vio molesto por el “acoso personal” de la prensa, cuando “hay otros políticos que investigar”.
Esta semana trascendió que la Comisión de Ética -integrada por figuras de intachable trayectoria- dictaminaría que existieron actos reñidos con la ética de un hombre público. Este dictamen debe ser confirmado o rectificado por el Plenario de la coalición de izquierdas, que se reunirá en Montevideo.
Daniel Abelenda