Cómo aceptar los reveses de la vida

Hacerse problemas todo el tiempo no sirve de nada: quien acepta los pequeños reveses cotidianos vive más tranquilo. foto: Monique Wüstenhagen/dpa-tmn

Cuando, a mediados de los 70, la alemana Dörte Foertsch completó sus estudios secundarios, nada salió como lo había planeado, ya que en principio quería ingresar directo en la universidad. «Pero no logré un cupo. Sin embargo, al final fue una ventaja absoluta», recuerda la psicóloga. Pasó un año trabajando como voluntaria en Estados Unidos. Poco después estudió en el Instituto para Terapia Familiar de Berlín, que dirige hoy en día.

Todos sabemos que en la vida, las cosas se pueden dar de forma bien distinta a cómo las planificamos. Sin embargo, todos lidiamos de distinta forma con los pequeños reveses y contratiempos. Algunos se quejan todo el día si el autobús llega demasiado tarde por la mañana y se pierden por eso una importante cita. Otros, en cambio, pasan rápido de página. La cuestión es: ¿cómo se logra aceptar las cosas cuando se dan de forma completamente distinta a como las planeamos?

Para Foertsch, esto depende de una actitud fundamental que se puede inculcar ya en la niñez a través de relatos y el mismo comportamiento de los padres y abuelos. De esta forma, cada uno tiene su propia mirada sobre los reveses y los sueños no cumplidos.

El profesor Bernhard Leipold de la Universidad de la Bundeswehr (Ejército) en Múnich coincide en que las personas se diferencian por en dónde encuentran las causas de su revés y a quién le atribuyen la responsabilidad. Son justamente los pequeños reveses los más fáciles de digerir sin perder los estribos. Para ello pueden ayudar ejercicios de relajación o entrenamiento autógeno, mientras que otras personas prefieren practicar deportes o tocar un instrumento.

Sin embargo, cuando se sufre un golpe fuerte del destino o hay que enterrar un sueño muy importante, hay que tomarse tiempo para el duelo, afirma Foertsch. «Esto es muy importante más allá de que luego se pueda reflexionar acerca de si hay un aspecto positivo en ello», dice.

Lo más importante es no amargarse, no quedarse detenido en las cavilaciones. Si se intenta todo el tiempo controlar determinados sentimientos y pensamientos, la sensación de tristeza y resignación suele ser peor, explica el psicólogo Matthias Wengenroth. Este intento de control puede manifestarse de distintas maneras, como por ejemplo en un retraimiento, un permanente cavilar, evitar situaciones que dan miedo o abusar de las drogas y el alcohol.

Wengenroth se especializa en una nueva forma de psicoterapia, aún no demasiado difundida, la terapia de la aceptación y el compromiso (ACT, por sus siglas en inglés). «En la terapia se trabaja en un ambiente amable y de aceptación para uno mismo en momentos difíciles, en la compasión con uno mismo y en la capacidad de desactivar pensamientos difíciles», explica Wengenroth, que escribió varios libros sobre el tema.

En esta forma de terapia, los afectados deben aprender a observarse con detenimiento y hacerse varias preguntas específicas, como explica Wengenroth: ¿Qué es lo que me cuesta tanto? ¿Cómo lidio con ello? ¿Lo que hago por controlar esta reacción sirve?.

Los planes que se frustran forman parte del día a día y hay que aprender a aceptar lo inevitable, explica el profesor Leipold, que investiga entre otras cosas cómo combatir el estrés y desarrollar resiliencia, es decir, resistencia, en edad adulta. «Siempre ayuda dedicarse a nuevos proyectos y fijarse objetivos que se puedan alcanzar».

dpa

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