por Carlos Fariello /
En esta nueva instancia de discusión del Presupuesto futuro en el Parlamento vuelven a repetirse algunos comportamientos de algunos legisladores que llevan a pensar lo que hace a la unidad político-ideológica del bloque oficialista.
Como en la ocasión de hace algunos años atrás donde se intentó imponer un criterio salomónico, en aquel entonces pergeñado por el entonces Presidente José Mujica, respecto de la Ley de Caducidad, hoy nuevamente el efecto Semproni pone en tela de juicio ese casi romántico asunto de la disciplina partidaria.
No se conocen actitudes monolíticas en política, salvo en los experimentos de los hoy caídos regímenes marxistas donde todo era absoluto, y lo que escapaba a ese orden era amonestado muy severamente, a veces con el costo de la propia vida.
Además, ya es vox populi que en política todo lo que es lícito es correcto, y todo aquello que no lo es, también, para asombro todavía de algunos incautos ciudadanos.
Entonces, pensar diferente, o tener un juicio crítico sobre tal o cual asunto, en este caso algunos artículos del presupuesto, son calificados como aberraciones casi? O no existe el derecho a disentir de la forma que sea y respecto del asunto que sea?
El diputado Víctor Semproni hace uso del derecho a no estar de acuerdo, y eso parece que a las mayorías de su propio conglomerado de grupos políticos no le cae bien. (Además ha declarado a un medio que hizo aportes y correctivos, y que no se le contestó nunca, “no me dieron pelota”, expresó)
Y entonces, es tildado de disidente, como en el caso de los otros dos diputados que ejercen ese mismo derecho a no estar de acuerdo, no respetan la disciplina partidaria, esa disciplina que muchas veces debería ser respetada, cuando se dirigen y gestionan empresas que son de todos los uruguayos. Y de esto último hay varios ejemplos de candente actualidad y tratamiento por parte de comisiones investigadoras
Si cada uno votara lo que quisiera o le pareciera, entonces chau democracia No, sería más democracia si hubiese, donde debe haberla, más discusión y mayor entendimiento.
Años ha que parece evidente ya el comportamiento tradicional de la fuerza política que lleva, con esta, tres presidencias.
Vuelve el efecto Semproni, por suerte a poner encima de la mesa la validez de las disidencias, la necesidad de la coherencia y la obligación del merecido respeto por el pensamiento variado contra el pensamiento único.
Los voceros oficialistas saldrán con los comentarios y los argumentos apaga incendios en breve, con las medidas disciplinarias para quien o quienes no han hecho más uso que de la disciplina de su conciencia.
Por eso lo del título, habrá unidad en la diversidad, aunque no vayan todos detrás de Momo.
(*) Carlos Fariello es profesor y escritor. Estudió Tecnología Educativa en IPA, CLAEH y USAL. Es responsable del Observatorio Astronómico de Durazno, que funciona en el Instituto Dr. Miguel C. Rubino.