Walter Trigo sintetiza en una carta diecinueve años buscando la verdad sobre el asesinato de su hijo

Walter Trigo esta mañana en Tenemos Que Hablar en RadioLugares (foto gentileza RadioLugares)

Han pasado 19 años del asesinato de Andrés Trigo en Colonia, su padre reclama justicia y acusa al Ministerio del Interior, jueces y fiscales y explica los motivos a través de una carta. Esta mañana estuvo en el programa TQH de RadioLugares aquí en Carmelo y leímos esta carta abierta. Trigo dice tener información que podría aclarar este caso, que en agosto del año que viene cumpliría ya 20 años de acontecido.

CARTA DE WALTER TRIGO.

«Por qué no se aclaró el crimen de  Andrés Trigo, mi hijo, tenía 18 años cuando lo asesinaron.

Llegamos a Colonia en el año 1986, mi señora es de acá y yo de Montevideo, aunque ahora ya soy coloniense.
Tenía Andrés 6 años al radicarnos en esta ciudad e ingresó a la Escuela Nº 37 del Real de San Carlos, jugó toda su niñez en el Club Otto Wulff y después en el Club San Carlos.

A los 16 años empezó a trabajar conmigo en la distribución de supergás, tenía relaciones con Karina Carro, una mujer cinco años mayor que él, que empezó a venir a nuestra casa, después de unos meses Andrés la dejó pero ella continuó viniendo a nuestro hogar aunque Andrés la ignoraba.

El 17 de agosto de 1998 era un lunes y mi madre cumplía años en Montevideo, por lo que con mi señora fuimos a la capital el domingo porque el lunes teníamos que trabajar.

Andrés los domingos de noche también trabajaba en la llamada «vermú», un baile que se continúa realizando en el Club San Carlos, al cual estaba vinculado como vicepresidente de la comisión de baby fútbol. Todos los fines de semana iba a buscar a los niños a sus casas con nuestra camioneta para llevarlos a la cancha.

El domingo 16 de agosto de 1998 volvimos de Montevideo en el auto y al poco rato Andrés se fue a trabajar, como todos los domingos, como cantinero en esa reunión bailable. Ese fue el único domingo que la ex novia de Andrés no fue a nuestra casa y también la última vez que vimos con vida a nuestro hijo.

En la mañana del lunes 17 me llama mi señora al comercio y me dice que Andrés no había regresado a dormir, me preocupé y le dije que iría al almacén donde su ex novia trabajaba a preguntarle si lo había visto. Karina Carro me aseguró que ella no había salido de su casa, que no lo había visto. Me dirigí entonces a la Seccional 7ª de Policía a preguntar y me respondieron que no me preocupara, que estaría con alguna chica.

Al mediodía, cuando llegué a casa, un primo de mi señora llegó para avisarnos que había visto la camioneta de Andrés en la calle Atanasio Sierra y se puso a llorar. Fui al lugar y encontré a nuestro hijo con dos disparos en la cabeza, sin vida, dentro de la camioneta.

Luego de mí llegó la policía, mucha gente estaba rodeando la camioneta pero nadie dispuso siquiera que se cercara el lugar para preservar las pruebas.
El comisario Oscar Vila me dijo «Walter, para mí tu hijo se suicidó» y a los treinta minutos se llevaron su cuerpo y la camioneta, la que al día siguiente fue completamente lavada por orden del propio Vila.
Al otro día que sepultamos a Andrés volví al lugar del hecho y vi que contra la banquina, frente al lugar donde estuvo la camioneta, aún había entre 15 y 20 colillas de cigarrillos, por lo que yo supuse que ya habían levantado las que necesitaban dejando esas otras ahí, pero no fue así, después me enteré que según afirmó el entonces jefe de policía Hugo Pintos Funes no había ni colillas ni nada en ese lugar, cuando en la tapa del libro de cualquier investigación se establece que debió cercarse el lugar y llamar a la Policía Técnica, cosa que no se hizo, ¿por qué no se hizo, por qué Pintos Funes hizo esa primera afirmación y por qué Vila ordenó lavar totalmente la camioneta?
Por otra parte, el examen forense indicaba que no se pudo establecer el calibre del arma porque las balas penetraron en lugares blandos.

En el año 2001 vino a Colonia un investigador de Montevideo, el comisario inspector y perito Roberto de los Santos, que trabajó junto al comisario inspector Adolfo Hernández de Colonia, los que me pidieron permiso para realizar una segunda autopsia. Llegó entonces el doctor Guido Berro, considerado el mejor médico forense de Uruguay, determinando que Andrés tenía dos agujeros en el cráneo calibre 38. ¿Por qué razón mintieron los médicos forenses de la ciudad de Colonia?

A los treinta días del asesinato la policía continuaba afirmando no tener ninguna pista, mientras el jefe Pintos Funes —quien más que investigar se ocupó de hablar mal de la víctima culpándolo de su propio crimen y de quien logramos su destitución tras haber recogido 2750 firmas para ello— manifestaba por televisión que estaban en penumbras.

Fue así que me comuniqué con el Ministro del Interior para traer al equipo de Homicidios de Montevideo, a lo cual Pintos Funes se negaba pero tuvo que acceder cuando le advertí que si continuaba en su negativa me iba a dirigir directamente al ministro del Interior.
Llegó entonces el equipo de Homicidios, eran cinco policías con un jefe, pero les impidieron trabajar en la Jefatura por lo que debieron instalarse en la Seccional 7ª de Policía, realizando reuniones también en el apartamento de nuestro hijo, en nuestra casa. Teníamos estrecha comunicación con ellos y comenzaron a trabajar, en tanto ellos mismos me aseguraron que la policía de Colonia los vigilaba y seguía en autos particulares para estar al tanto de lo que hacían y de cada paso que daban.

En esas investigaciones a través de varios testigos se comprobó que la ex novia de Andrés, Karina Carro, les había ofrecido dinero para que mataran a nuestro hijo, y a pesar de que ella dijo no haber salido de su casa la noche del crimen fue vista en la vermú y, según testimonio de una pareja pariente de ella, también la vieron manejando un auto Fiat Uno, comprando en 10 mil dólares, a las 4:30 horas de ese día, a pocos metros del lugar del crimen. Carro trabajaba en un almacén cuatro horas diarias, percibía por ese trabajo 1.400 pesos mensuales y del expediente se desprende que tenía varios miles de dólares en su cuenta bancaria.

El equipo de Homicidios trabajó durante treinta días y llevó ante el Juzgado Letrado de Colonia, detenidos y esposados, a Karina Carro, al ex policía Mario Hernández que trabajaba como patovica en el pub Bucaneros del Real de San Carlos, que tenía graves problemas económicos pero que a la semana del crimen compró la mitad de ese pub, y a dos policías en actividad. El juez letrado de ese momento, Dr. Gerardo Siri, consideró que las pruebas no eran suficientes y los dejó en libertad.

El equipo de Homicidios regresó a Montevideo pero retornó a Colonia a los treinta días, trabajó unas semanas y volvió a llevar al Juzgado a Karina Carro, a Mario Hernández y a los dos policías en actividad, ya que nos aseguraron que las pruebas sobraban para inculparlos, pero el juez nuevamente dijo que eran insuficientes y volvió a dejarlos en libertad. El equipo de Homicidios nunca más volvió a Colonia.
Yo siempre seguí luchando por nuestro hijo, hablé con mucha gente, buenos, malos y muy malos, presos en sus cárceles, conocidos y desconocidos, e hice y sigo haciendo todas las investigaciones de que he sido y soy capaz.

A los treinta días del asesinato de Andrés sus amigos resolvieron realizar una marcha en silencio desde la Plazoleta del Reloj hasta el Juzgado Letrado. Según estimó la prensa en aquella primera marcha participaron unas 7.000 personas. Colonia contaba por entonces con 18.000 habitantes.

Yo seguí organizando marchas todos los 17 de cada mes, donde al finalizar leía una proclama frente al Juzgado, las que en total sumaron 54 marchas hasta que procesaron a la ex novia de Andrés.

Me reuní con el ministro del Interior, yo elegí al comisario inspector Adolfo Hernández y él llamó para trabajar en conjunto al por entonces director de la Policía Técnica de Montevideo, Roberto de los Santos, el ex policía Mario Hernández se encontraba emplazado, por lo que no podía salir del país, pero su abogado Carlos Sáenz le propuso al entonces juez letrado Gerardo Siri para que lo dejara viajar a Argentina a buscar trabajo, asegurándole que cuando la justicia lo llamara él se presentaría en Colonia a declarar, por lo que el Dr. Siri lo dejó cruzar la frontera. Al poco tiempo Sáenz abandonó la defensa de Hernández. Hoy hace 16 años que está solicitada su extradición.

De los Santos y Hernández nos mostraron su trabajo y todos consideramos que las pruebas eran más que suficientes para procesar a la ex novia de Andrés, por lo que fuimos a hablar con la fiscal de entonces y le solicitamos que pidiera ese procesamiento, pero ella nos dijo que no porque para ella era inocente. Me puse a averiguar y descubrí que la fiscal mantenía relaciones con un policía. A raíz de ello fui a hablar con el fiscal de Corte, quien me escuchó y se puso a investigar, llamó a la fiscal y ella reconoció que esa relación con el policía era real, por lo que el fiscal de Corte puso a trabajar en su lugar al fiscal de San José, Dr. Ariel Cancela, que era el más cercano geográficamente a Colonia, y en poco más de un mes la procesó.

El equipo con Hernández y De los Santos consiguió el procesamiento de Karina Carro por el mismo juez que antes había dicho que no tenía pruebas suficientes. Le dieron veinte años de prisión en la cárcel de Piedra de los Indios por coautoría de homicidio, de los cuales cumplió once por buena conducta y por haber tenido un hijo en la prisión, encontrándose actualmente en libertad.

Los años de prisión de Karina Carro transcurrieron con muchos más beneficios de los que se les otorga a cualquier preso, contando con un apartamento para ella sola dentro de la cárcel, saliendo cuando quisiera hacerlo, estando a cargo de un kiosco propio dentro de Piedra de los Indios… Una vez le avisaron a mi hija que estaba renovando el carné de conducir en la oficina de Recaudación de la Intendencia de Colonia, mi hija fue hasta ese lugar y lo confirmó, aún cumpliendo pena estaba sin guardia, completamente sola, comprobando que era cierto que salía cuando quería y sin custodia, como también salía a todas partes con el hijo que tuvo en la cárcel, llevándolo a la escuela mientras tramitaba la liberación anticipada, todo fríamente calculado. ¿Por qué contó con tantos privilegios y estuvo tan protegida en sus años de reclusión?, ¿porque alguien o algunos estaban demasiado interesados en que no hablara?
Volviendo al día de los hechos, dos delincuentes de Colonia que estaban presos en el penal de Libertad vinieron a esta ciudad un día antes del crimen de nuestro hijo al velorio de uno de sus hermanos, permaneciendo en la sala velatoria con la orden expresa de que no podían salir de allí, pero en la madrugada, antes de la hora en que Andrés fue asesinado, los custodios los llevaron a la casa de la señora de uno de ellos, los presos aseguran que no salieron de esa casa pero yo averigüé que sí, y que luego regresaron para cambiarse de ropa porque estaba manchada. Más tarde uno de ellos fue a la casa del juez a pedirle que lo dejara quedarse en Colonia 48 horas más.

También De los Santos y Hernández consiguieron el procesamiento del delincuente múltiple Alejandro Píriz Brun porque yo encontré un testigo que la noche del crimen lo vio cerca del lugar del hecho. Con eso, sumado a otras pruebas, terminó en la cárcel.

Seguí trabajando en busca de aclarar todo y me llevó un año de trabajo encontrar diecisiete testigos que, según mi abogado de entonces cuando le presenté sus testimonios, me dijo «con todo esto al crimen lo aclaro yo». Hablé con la jueza de ese momento y le propuse integrar a un comisario de mi confianza a la investigación, que yo sabía que era una persona íntegra, pero la jueza me dijo que no porque era amigo mío y lo derivó a la policía de Inteligencia de Montevideo. Yo mismo fui a Inteligencia, en la calle Maldonado, a llevarles las notas, me atendió un comisario inspector que era abogado, le presenté todo y quedó muy impresionado, empezó a trabajar con mucho ímpetu, casi todos los días me llamaba para preguntarme datos, que yo le daba, pasaron quince días sin noticias de él y lo llamé para aportarle más informaciones, pero me dijo «Trigo, no me llame más porque me sacaron del caso y pusieron a otro comisario». Nunca más hicieron nada con todos esos datos.

Poco después hablé con el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, y le pregunté frente a sus secretarios quién lo había sacado y por qué. Lo que le pregunté le entró por un oído y le salió por el otro.

Al poco tiempo el preso en el penal de Libertad, Juan Carlos Guillén, alias “El Pegajoso”, asesino profesional, mediante una nota se hizo responsable de la muerte de Andrés. Fue traído a Colonia junto al otro recluso, Píriz Brun, y Guillén volvió a hacerse cargo del crimen sin dar detalles. Nadie le creyó. Investigando yo descubrí que el día del crimen Guillén estaba preso en Piedra de los Indios, y también descubrí que a las tres de la madrugada de ese día lo fue a buscar a la cárcel un alto funcionario del Ministerio del Interior devolviéndolo a la cárcel a las siete de la mañana. A Andrés lo mataron a las 4:20 horas de ese día y todavía ninguna autoridad judicial ha hecho conducir a Guillén al Juzgado para preguntarle cómo hizo para matar a Andrés estando preso ni si acaso alguien lo sacó de la cárcel para que pudiera cometer ese crimen.

Con la asistencia de un abogado le presenté un informe al juez conteniendo todos esos datos y más. A la semana de que el juez tenía mi informe ese funcionario del Ministerio del Interior se quitó la vida.
Después que presenté esos diecisiete testigos comencé por primera vez a recibir amenazas, nunca antes me había pasado, como también les pasó a varios testigos prontos para ir a declarar al Juzgado, a los que les decían por teléfono «si hablás te pasa lo mismo que a Andrés». ¿Quién sabe cuando un testigo va a declarar?, el juez, la fiscal y la policía. Ustedes saquen sus propias conclusiones sobre de dónde salían esas amenazas.

Todas las amenazas fueron derivadas a la Dirección de Inteligencia de Montevideo. Un tiempo después me citan del Juzgado y me piden que vaya con un abogado, ¿por qué con abogado? Fui y estaban los de Inteligencia con la jueza y la fiscal. Después me llamó la jueza y me dijo que según la policía de Inteligencia las amenazas me las había mandado yo mismo y que me pidieron que fuera con abogado porque podía terminar preso. La jueza hizo caso omiso a Inteligencia y me preguntó si quería decir algo, le dije que sí, y frente a todos le expliqué que no me tomaba de sorpresa porque ya me había pasado con el comisario inspector que habían sacado de la investigación porque estaba haciendo las cosas bien en la misma Inteligencia.

Quiero que todos sepan que lo que digo aquí lo digo con el corazón y es la verdad, nada más que la verdad, siempre luchando por mi hijo.

Cuando vinieron a Colonia los de Homicidios de Montevideo, a poco del hecho, llevaron al Juzgado a dos policías en actividad, uno de ellos era amante de la ex novia de Andrés, en 1998 tenía un auto importado de 1992, todas las semanas iba al casino, y en una comida con otros dos policías sacó una cantidad de dólares y dijo “estos dólares son de lo de Andrés.

En tanto, según quedó asentado en el expediente, la noche del crimen ese mismo policía estuvo con una mujer hasta la medianoche, debiendo entrar a trabajar en la Jefatura a las 4 de la mañana, pero nadie lo vio hasta después de las 6, y cuando el juez le preguntó qué había hecho en esas horas dijo que había ido a pasear por la rambla, la madrugada de aquel frío 17 de agosto.

Sobre el otro ex policía, Mario Hernández, que dejaron ir a la Argentina, como dije antes, está pedida la extradición hace muchos años. El año pasado el presidente argentino Mauricio Macri firmó un decreto que dice que todos los narcotraficantes y asesinos requeridos por otro país serán extraditados de inmediato. Mario Hernández, hasta donde pude investigar radicado en la zona de El Tigre argentino, está requerido por narcotráfico, hurto y homicidio. He estado muchas veces en el Ministerio de Relaciones Exteriores y allí me repiten que van al Juzgado argentino donde está ese expediente y allí les dicen que todavía no hay ninguna resolución. Según datos que han llegado hasta mí parece que el juez argentino por alguna razón no lo extradicta.

Otra instancia a recordar es el accionar del fiscal de Corte, quien después de que yo fui a hablar con la actual fiscal me dijo que no había leído el expediente y que no sabía si lo iba a leer porque tenía mucho trabajo. Ante esa respuesta le mandé una nota al fiscal de Corte y luego me recibió en la Fiscalía de Colonia y me dijo que íbamos a hacer muchas cosas juntos, pero nunca más me llamó ni me atendió.

Tengo mucha más información sobre la que no quiero extenderme para no abusar del espacio concedido por este medio, cuento con informaciones de las que ustedes quedarían asombrados sobre la corrupción parcial que he podido constatar en el Ministerio del Interior, en el Poder Judicial y en los políticos.

Yo ya no creo en la justicia del hombre. ¿Usted creería con solamente algo de lo que comuniqué? Hay un proyecto de ley en Argentina en el que se plantea realizar un examen a todos los integrantes del Ministerio del Interior por el que si se constata que consumen drogas se les impediría que desempeñen funciones en el mismo. Eso mismo me encantaría que ocurriera en Uruguay pero no sólo con los funcionarios del Ministerio del Interior sino también con los fiscales y con los ministros, porque todos sabemos que bajo la influencia de la droga una persona no actúa de forma normal, lo cual se agrava aún más en los funcionarios que deben actuar sobre la vida, la seguridad y la justicia de todos nosotros, como muchos de los que aquí nombro. Y no lo digo sólo por decirlo. Yo, como ejemplo, llegué a conocer a un juez en Colonia que habitualmente consumía cocaína, y también conozco a los delincuentes que se la proporcionaban. ¿Quién decidía sobre la justicia en ese caso, teniéndolo a ese juez en esa relación de dependencia?
Todos los ciudadanos en algún momento necesitamos de la policía, de una policía confiable y segura. Pienso que con todo lo dicho a nadie le quedan dudas de que en el crimen de nuestro hijo hay policías involucrados, y para que la gente pueda confiar en la policía lo mejor sería aclarar el crimen de Andrés. Hay varias formas de hacerlo, pero para eso tiene que haber voluntad policial, judicial y política. Es necesario que extremen todos sus esfuerzos para resolver totalmente este caso, ya que el tiempo apremia, porque el 16 de agosto de 2018 el crimen de nuestro hijo prescribe.

Señor presidente Dr. Tabaré Vázquez, usted estuvo en mi casa con varios de sus entonces futuros ministros antes de su primera presidencia, y me dijo que si llegaba a la presidencia me iba a ayudar en el caso de mi hijo. Señor presidente, usted que trabaja tanto para combatir los vicios, tabaco, alcohol, etcétera, usted si quiere puede idear una ley o un decreto para que se puedan hacer exámenes que puedan determinar si sus funcionarios consumen drogas, y si usted lo ordena nadie podría negarse. ¿Se anima usted, señor presidente, a comenzar por este mínimo paso en favor de sanear todos los cuadros de la administración pública para así poder vivir en un país con mayor seguridad y justicia real?

Se lo pide el padre de un hijo asesinado por el narcotráfico y por muchos de quienes dicen combatirlo».

Walter Trigo

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