Hacia un Municipio con un plan de gobierno

Una de las puntualizaciones que realiza la Oficina de Planeamiento y Presupuesto en el documento titulado «Recomendaciones para la construcción de un programa presupuestal municipal (2015)», menciona que el primer esfuerzo que deben realizar los municipios es identificar los problemas centrales de la población en la zona de influencia municipal.

Es un enfoque totalmente distinto que aún no ha llegado al Municipio de Carmelo, pero esta escrito por la OPP. Dice así: «este enfoque difiere del tradicional, en donde se parte de los insumos (físicos y financieros) con los que se cuenta, las actividades o los procesos actuales o conocidos y, en función de estos, se definen los resultados.»

Es entonces que al contrario de eso, si partimos de problemas y trabajamos para obtener resultados, podemos fundamentar los recursos asignados e incluso conseguir recursos adicionales. ¿qué sucede entonces en Carmelo?

Sin programa

En Carmelo no sucede aún nada de eso, porque no existe programa de gobierno. Nadie conoce los objetivos del gobierno local, el diseño organizativo para llevar los mismos a través de programas que cuenten con metas medibles.

En el cuadernillo que se entregó, en la Rendición de Cuentas,  no aparece en ningún lado el plan de ruta del gobierno local. Tema que  -curiosamente- tampoco plantea la oposición. Los opositores, que deberían jugar un rol clave;  en esta rendición de cuentas no preguntaron nada.

Tal vez en Montevideo hay avances en esas formas de gestionar entre lo teórico y lo práctico que no vemos en nuestro territorio. Por ejemplo allí se plantea no solo indicadores, cifras concretas de todas las actividades,  sino que se mencionan las líneas estratégicas del «Plan de Desarrollo Municipal 2015-2020, por poner un ejemplo del Municipio CH, al cual tomamos como referencia para observar las diferencias sustanciales con el nuestro.

La participación

En la última Rendición de Cuentas asistimos a una instancia en donde participaron solo seis vecinos, lo cual revela un notorio problema de participación en la ciudadanía local. El sistema aún no es capaz de articular diálogo social;  incluso ni los concejales lograron movilizar a su propio electorado o invitar a actores de la sociedad, como si lo hicieron en el proyecto del «Carmelo 2030».

A la Rendición no participaron funcionarios municipales que trabajan como articuladores de gestión. Tampoco integrantes de las direcciones municipales del segundo nivel de gobierno. No había casi nadie, solo periodistas y personal administrativo, junto a los concejales, menos uno que faltó con aviso.

El debate

El otro punto es el nivel de discusión. Lo hubo, con alguno de los seis ciudadanos.  Pero al no existir un plan de gobierno, todo se limitó a conocer por qué le dieron dinero a determinadas instituciones y personas.

En ningún momento se hablaron de políticas institucionales que no solo apuntan a colaborar con  diversos actores locales que trabajan en la cultura -por citar un ejemplo- sino que eso adquiere sentido porque el tercer nivel de gobierno apunta al diálogo de cercanías.

Se cuestionó el aporte de $ 120.000 a «Carmelo Corre», pero en ningún momento nadie se preguntó ni habló del trabajo que realiza ese colectivo en la ciudad, de la cantidad de gente que está vinculada al mismo en actividades relacionadas  al ejercicio y la vida sana. Incluso desconocemos si la institución presentó en su solicitud un memorándum de su actividad inclusiva en amplios sectores de la sociedad carmelitana. Al no existir esa planificación la discusión se redujo a discutir solamente de dinero y a aclarar que eso «viene de otras gestiones».

Transparencia y datos públicos

Es llamativo también el desconocimiento generalizado sobre la política de transparencia en el manejo de los dineros públicos. En la Rendición de Cuentas se habló en no hacer público los nombres de las personas que piden colaboración por situaciones familiares y socio-económicas muy particulares. Que gran error político.

Hay un sentido ético y de respeto que efectivamente nadie cuestiona sobre la pertinencia de la publicación de esos nombres. Pero los nombres tienen que ser públicos, porque la relación del problema  -cuando un vecino acude a pedir ayuda- se transforma en asunto público-cuando se institucionaliza a través de un Municipio. Y los dineros provienen de la sociedad, son dineros públicos.

De esa forma, transparentando las listas de colaboraciones,  nadie puede sospechar, lo que muchas veces se insinúa principalmente en las campañas políticas: que se le da una mano a los amigos del poder, o a los correligionarios; actividad esta que de constatarse supone un acto de corrupción. Más que un tema «secreto», el sentido común indica que debe ser público, porque juega a favor de los goberantes, les da elementos para que nadie los cuestione o sospeche de «amiguismos» o «favoritismos» a quienes están cercanos a los políticos.

Es curioso que concejales opositores «le rechinen» hacer públicos estos nombres, cuando deberían ser celosos custodios de la transparencia pública y de garantizar que el acceso a las colaboraciones sea justo y sin vinculaciones formales o informales a quienes están representando a la sociedad. ¿Hay algún motivo o interés para invisibilizar nombres?

Auspicios, colaboraciones y eventos

En una lista de casi 50 instituciones, eventos y colaboraciones, el Municipio ha marcado su presencia. Es un logro importante, porque demuestra su política de aportes en el territorio como actor fundamental, pero queda aún al debe institucionalizar más esos espacios a través de herramientas metodológicas que hoy no existen. Hablo de «dar» con sentido estratégico, a través de políticas sociales.

En síntesis, el Municipio debería contar con un Plan Estratégico, a partir de un diagnóstico inicial, que se traduzca en programas y planes operativos, con metas anuales e indicadores de gestión. No los tiene y si los tiene no los hace públicos.

Debe contar con un presupuesto por resultados, creando una planificación estratégica que tenga en cuenta los recursos financieros en función de la idea.
Para hacerlo más comprensible se me ocurre el ejemplo de preguntar si en la creación del Parque del Bicentenario o en la Plaza Colibrí se tuvo en cuenta no solo el gasto en hacerla, sino el de mantenerla a partir de su creación.

Al generar nuevos espacios públicos, creamos nuevas responsabilidades territoriales, que involucra mantenimiento, limpieza, incorporación de tecnología y otros ítems más.

¿Cómo se responde a esos desafíos nuevos?, ¿cómo incide crear nuevas plazas y sostener el mantenimiento diario de las que ya tenemos?, ¿incide en los recursos humanos, por ejemplo, incorporando más funcionarios?. ¿Tenemos resuelto el tema de la limpieza y mantenimiento de los espacios públicos en tiempo y forma?

La Rendición de Cuentas reflejan los indicadores de resultados previstos en la planificación.

¿Qué sucede si no hay planificación?

Si no sabemos qué vamos hacer el año que viene, si no hay hoja de ruta.

Elio García

 

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