“No están dadas las condiciones políticas para un cambio de ADN en la educación. Tal como están las cosas, solo haremos una transfusión”, había dicho el sábado en un Plenario frenteamplista el maestro Juan Pedro Mir, hasta ayer Director Nacional de Educación del MEC. Hoy la Ministro de Educación, Dra. Julia Muñoz confirmó que Mir había renunciado.
“No le voy a pedir la renuncia, dijo Muñoz, pero si piensa eso, debería irse”. Y el maestro se fue.
Fueron declaraciones políticamente incorrectas. El FA mata al mensajero.
Hay que reconocerle a Mir su sinceridad y honestidad intelectual. Tuvo el coraje de llamar a las cosas por su nombre. De no hacerse, tal vez por no ser político profesional, trampas al solitario.
Ahora bien: si analizamos el contenido de su declaración, resulta una patética confesión de incapacidad del equipo que dirige la educación nacional, al menos el del MEC.
El exjerarca se animó a decir que uno de los caballitos de batalla de la campaña de Tabaré Vázquez era de cartón. Que el FA mintió en su afán por conseguir votos, suponiendo que algunos ciudadanos votaran por las propuestas educativas de los partidos, cosa que dudo muchísimo (pero ese es otro tema).
Se admite así que se usó una frase ingeniosa, utilizando un símil del campo de la medicina – de las que gusta el doctor Vázquez- para comunicar que su administración haría los cambios de fondo que la Educación Pública necesita urgentemente.
¡Y ahora resulta que era un eslogan! Al igual que el titular de “Presupuesto 6 % del PBI” -el Parlamento con mayoría del FA votó 1.300 millones de dólares menos que lo pedido por el CODICEN. Era una frase dentro de un obvio “discurso progresista”, pero detrás no había planes. ¿Qué candidato va a decir que no quiere más recursos para la educación?
Admitir que “no están dadas las condiciones políticas” para hacer reformas, cuando aún quedan más de 4 años de esta administración, fue una brutal confesión de incapacidad. ¿Y cuándo van a estarlas? El FA tiene mayoría absoluta en ambas Cámaras y todo el poder.
Sabido es que en el Uruguay, lo que los gobiernos no hacen los primeros 24 meses, es casi imposible lograrlo en los siguientes 36. Ya a mitad del período – 2017- empieza la pre-campaña y el “perfilismo” de los sectores y precandidatos, que piensan únicamente en los votos que le puedan traer apoyar o criticar un proyecto de ley.
De allí en más, lo menos que se hace es impulsar políticas de Estado. Se juega a la cortita.
¿Qué frases “con gancho” nos venderán la próxima vez los políticos -o sus agencias de publicidad?