Por Elio García
El Dr. Marcos Carámbula se defendió a través de una carta sobre las acusaciones de nepotismo por contratar familiares y para ello definió el significado de esa palabra explicando que «es el trato de favor a familiares a los que les otorga cargos por el mero hecho de serlo, sin tener en cuenta otros méritos.»
Carámbula aclara que los familiares que ocuparon los puestos públicos reunieron los requisitos técnicos y académicos para ocupar los cargos que ocuparon y además dijo que su gestión tuvo un impacto muy positivo en las áreas donde trabajaron.
«Los tres familiares directos o indirectos que nombramos fueron designados por su formación académica de grado universitario en el país y en el exterior y por su experiencia en la gestión en cada una de las áreas: Administración pública, Gestión ambiental, desarrollo de una política de turismo. Todos los antecedentes curriculares fueron debidamente presentados en su momento,» argumentó en la carta.
«Fueron esos tres cargos claramente explicitados ante la ciudadanía canaria. Lo que importa es la formación, los méritos, la preparaciones compromiso pero fundamentalmente los resultados de la gestión,» escribe Carámbula.
Lo primero es la familia
La posición del Dr. Carámbula es injusta. Para este gobernante en sus prioridades, a la hora de seleccionar el personal de confianza poco importó buscar con un sentido de equidad los cargos que pagamos todos los uruguayos. No los encontró en un concurso de oposición y méritos, estaban allí en el living de su propia casa.
Con estas acciones estamos hablando de las posibilidades reales de todos aquellos compatriotas que con la misma formación, méritos y compromiso no van a tener jamás en un país con estos gobernantes. Y no la van a tener por no ser parientes del jerarca de turno.
Estoy pensando en los miles y miles de uruguayos que con gran sacrificio estudian una carrera universitaria. Por los muchachos que viven hoy en pensiones y reciben becas de pasajes y alimentación. Por los que ponen ganas, esfuerzo y compromiso para estudiar una carrera para mostrar con orgullo la culminación de una etapa profesional, y luego tener la legítima ilusión en insertarse en su país y no irse del mismo por falta de oportunidades.
Que nuestros gobernantes pongan a sus familiares por más formación académica que tengan debería ser considerado -entre otras cosas- una incorrección política.
No está bien gobernar así, por los sin apellidos, por los hijos de los laburantes de fierro, que hacen magia para llegar a fin de mes y poder pagarle los estudios.
Hablo por la gente que ha elegido no consumir en pavadas y en cambio invertir en la educación de sus hijos.
Hablo por los que dejan el lomo para pagarle la pensión en Montevideo al hijo, o alquilar un departamento entre varios y darle un mejor futuro, haciendo malabares con la economía familiar.
Los envíos de milanesas en encomienda todavía existen.
Muchos de estos uruguayos no tendrán la oportunidad laboral de insertarse y demostrar su valía, por lo menos con políticos que ven con naturalidad contratar familiares.
Cuando en la selección del personal prevalecen las cercanías familiares, los lazos de sangre o la ayuda política, consolidamos el país donde no existe la igualdad de oportunidades.
Los uruguayos que elijen no pedir un puestito, que no utilizan la herramienta de ser meros alcahuetes con la autoridad de turno, aquellos que hoy son libre pensadores y sin ataduras están fritos.
Los que no tienen padrinos son los postergados y los olvidados.
Que este tema no se encuentre en la agenda de la oposición confirma que siempre fuimos así y que muchas cosas importantes aún no han cambiado en este país, sino que se han profundizado.