La nota de opinión fue publicada ayer en el portal argentino de noticias INFOBAE y recorre la historia de Juan de San Martín y los hermanos menos célebres del Libertado. Escrita por Omar López Mato el autor hace referencia a que «expulsados los jesuitas de América de las vastas propiedades de la orden, pasaron al gobierno español, ávido por los bienes que la Compañía de Jesús había conseguido en América.»
Transcribimos parte de la extensa nota de López Mato:
«Entre estas se destacaba, en la Banda Oriental, la llamada «Calera de las Vacas» (con el tiempo se llamaría «de las Huérfanas», porque las ganancias obtenidas con la venta de cal para las nuevas construcciones de Buenos Aires eran destinadas al orfanato de niñas de la vecina orilla). Como administrador de esta estancia de más de cien mil hectáreas fue nombrado el capitán Juan de San Martín y Gómez (1728-1796), oriundo de Cervatos de la Cueza, donde puede hallarse un museo que recuerda la gesta del que sería su hijo más célebre.
Juan había hecho una notable carrera, había comenzado desde soldado raso y había logrado con mérito el nombramiento de oficial. En 1768, se hizo cargo de esta propiedad ubicada cerca del arroyo Juan González Grande.
Como administrador de la Calera conoció en Buenos Aires a quien sería la madre del Libertador, Gregoria Matorras del Ser, sobrina del gobernador de Tucumán.
El matrimonio se estableció en esta estancia que aún puede visitarse, a pocos kilómetros de Carmelo, Uruguay. Allí nacieron los primeros tres vástagos: María Elena, casada con un militar; Manuel Tadeo y Juan Fermín. Estos dos últimos también abrazaron la carrera de las armas. El primero de ellos pasó un tiempo preso de los franceses durante las guerras napoleónicas. Juan Fermín tuvo una destacada actuación en Filipinas, donde murió y está enterrado.
Justo Rufino fue el cuarto de los hermanos, con quien José mantuvo una relación más estrecha, a diferencia de Mateo, con quien a partir de 1812 mantuvo escasos contactos, a punto tal de que el Libertador, después de renunciar como Protector del Perú, rechazó la correspondencia que su hermano le había enviado.
Rufino se contaba entre las tropas de élite que escoltaron a Fernando VII a su «dorado» exilio. Después participó de los dos sitios de Zaragoza. Enemistados con Fernando VII, adhirió a la revolución liberal de 1820, que puso fin al plan de reconquista de estas colonias rebeldes.
Volviendo a la ajetreada vida de Juan, este cumplió con creces su tarea de administrador, ya que durante su gestión logró una renta bruta de casi doscientos mil pesos de plata, una verdadera fortuna para la época, mucho más de lo que rendían todas las otras ex misiones jesuíticas.
El capitán San Martín fue destinado como gobernador de Yapeyú, donde nacerían sus dos hijos más jóvenes. Algunos historiadores orientales dicen que José Francisco nació en la Calera de las Huérfanas y fue llevado casi recién nacido a Yapeyú, aunque no hay documentación que así lo avale.»