Moscú (EFE).- Rusia no pudo con Turquía en un amistoso que terminó con empate a un gol, que dejó en evidencia todas las debilidades de la anfitriona del Mundial a nueve días del partido inaugural en el que los rusos se medirán a Arabia Saudí.
El partido ante una Turquía que no jugará el Mundial deja a los pupilos de Cherchésov con muchas dudas, y a la afición rusa sumida en el pesimismo tras comprobar que los suyos tropiezan una y otra vez en los mismos errores.
Como tantas veces, el conjunto ruso deambuló demasiados minutos perdido en el campo, cometió errores de bulto en defensa, y sobre todo, exhibió su crónico desacierto ante la portería.
Pasada la media hora de partido, la cara de Cherchésov lo decía todo: mucha lucha estéril en el medio campo, y ningún tiro a puerta, por no decir entre los tres palos.
Y entonces llegó el gol de los rusos, en su único disparo a puerta de todo el partido. La defensa turca cedió a la presión de los anfitriones al borde del área chica. Dzagoev se hizo con el balón y lo entregó a Samedov. El de Spartak de Moscú no falló al primer toque, maquillando el triste juego de Rusia.
Tuvo suerte el equipo local, acertando con el único disparo entre los tres partes palos de todo el partido.
Tampoco los de Lucescu estuvieron finos durante la primera parte, que terminaron la contienda con sólo dos tiros al marco defendido por Akinféev.
En uno de ellos lograron empatar el partido, tras un fallo imperdonable en el centro del campo ruso, que permitió al turco Malli recibir un pase de su portero y dejar atrás a toda la defensa anfitriona, demasiado adelantada.
El jugador del Wolfsburg alemán se internó en zona rival en una gran galopada y fusiló al arquero ruso desde los 22 metros.
Mucho tendrá que cambiar para que la selección local del torneo supere a la Egipto de Salah en una teórica pugna por el segundo puesto del Grupo A, en el que la Selección Uruguaya es la indiscutible favorita, y Arabia Saudí una perfecta desconocida de la que nadie espera mucho.