Madrid (EFE).- Mientras que el favoritismo para la conquista más preciada, el Mundial, recae sobre Alemania, España y Brasil, en la gran cita de Rusia selecciones como Bélgica y Uruguay encabezan una lista de tapados, formadas por jugadores capacitados para dar la sorpresa y con mimbres para llegar lejos.
Los dos mejores jugadores del mundo, Leo Messi y Cristiano Ronaldo, no son garantía de éxito para Argentina y Portugal en un Mundial. Han ganado todo lo que un futbolista puede ganar en lo individual y con sus clubes, pero les falta levantar el trofeo más preciado con sus selecciones. La albiceleste es una moneda al aire y la vigente campeona de Europa un duro bloque que necesita algo más de calidad para aspirar a dar el salto.
Con menos presión llegarán a Rusia dos selecciones que no tienen cabida entre las candidatas pero disfrutan al máximo de su fútbol, con futbolistas que invitan a soñar con grandes gestas. Son Bélgica, dirigida y rediseñada por el español Roberto Martínez, y Uruguay, comandada por el experto Óscar Tabárez.
Ubicada en el Grupo G, Bélgica aspira a igualar su techo en un Mundial, aquellas semifinales de México 1986 con Jean-Marie Pfaff y Enzo Scifo. En el presente dispone de una generación de futbolistas con mucho talento encabezada por Eden Hazard y del nivel de Thibaut Courtois, Kevin De Bruyne, Dries Mertens, Dembelé, Yannick Carrasco o Romelu Lukaku. Con lagunas defensivas pero un arsenal ofensivo para derribar a cualquier rival.
Su camino a Rusia fue impecable. Sin perder un solo encuentro, con 28 de 30 puntos posibles y una media de 4,3 tantos por partido, igualó un récord que solo estaba al alcance de Alemania, con Lukaku como referente para convertirse en el máximo goleador de la historia de su selección.
Dejó escapar su gran oportunidad en la última Eurocopa y su eliminación ante Gales en cuartos le costó el puesto a Marc Wilmots y abrió las puertas a una curiosa elección. Los candidatos debían mandar su currículum vía email. El elegido, Roberto Martínez, ha cambiado la forma de interpretar el fútbol de Bélgica, siempre dominando desde la posesión, y añadió carácter ganador a un equipo que encadena quince partidos invicto. Panamá, Túnez e Inglaterra son sus rivales en la fase de grupos.
La misma fortuna en el sorteo la tuvo Uruguay, en el benévolo Grupo A junto a Egipto, Arabia Saudí y la anfitriona Rusia. Refuerza las ilusiones de llegar lejos de una bicampeona mundial, especialista en competir y que se quedó en semifinales en el Mundial de Sudáfrica, la ocasión que más se acercó a rememorar antiguos éxitos desde México 1970, cuando cayó en la misma ronda.
Solo Brasil acabó por delante en la durísima fase de clasificación sudamericana y lejos de recientes agobios para acceder al Mundial vía repesca. De su antigua valentía ofensiva, Tabárez ha pasado a un rigor táctico que surge del estudio de las características de sus jugadores a los que siempre pide «juego, resultado y comportamiento».
Pocas selecciones presentarán una delantera tan goleadora como la que forman Luis Suárez y Edinson Cavani. La zaga está liderada por la veteranía de Diego Godín y tiene con sabor rojiblanco en la pareja de centrales del Atlético de Madrid que completa José María Giménez. Defienden de memoria y juntos. Al mando del juego, uno de esos jóvenes aunque sobradamente preparados, con un futuro brillante por delante, como es Federico Valverde; es la línea más por pulir pero suple sus carencias a base de casta y pasión.
Junto a Bélgica y Uruguay aparecen un puñado de selecciones con opciones de dar el golpe. La Inglaterra del goleador Harry Kane, un grupo de futbolistas jóvenes y atletas cuyo físico representa siempre un duro examen al rival. Colombia con el último jugador que asombró en un Mundial, James Rodríguez, y Radamel Falcao en una eterna juventud goleadora.
La talentosa Croacia de Luka Modric, que siempre juega con corazón, o la hermética Marruecos, que 20 años después regresa a la cita sin haber encajado ni un solo gol en su fase de clasificación. Son candidatas a la gloria desde un segundo plano, con un punto menor de presión que las selecciones favoritas.