Nizhny Novgorod (Rusia) (EFE).- «En el último tiempo aparecieron jugadores de recambio, me incluyo. Tenemos diferentes características. Antes teníamos compañeros con más marca. Hoy en día contamos con jugadores de como Bentancur o Vecino, con buen pie. Hacen jugar al equipo de otra manera. Podemos llegar al ataque con diferentes opciones para que arriba llegue la pelota más clara».
Las palabras del centrocampista Nahitan Nandez, uno de los medios de la nueva hornada charrúa, representan el reconocimiento de un cambio evidente en su selección. El equipo de Óscar Washington Tabárez aún apuesta por el despliegue físico, pero con una diferencia: ahora también importa la técnica. Y ésta, es muy joven.
La columna vertebral de Uruguay es nítida. Está arriba y abajo. En la defensa, con Diego Godín y José María Giménez, dos centrales rojiblancos y rocosos esculpidos por Diego Simeone en el Atlético de Madrid. Y en la delantera, Luis Suárez y Edinson Cavani, probablemente el mejor dúo del Mundial.
En los últimos años, la fortaleza de Uruguay siempre ha estado en en esas dos zonas del campo. Y en el medio, aparecían los gladiadores. Hombres duros, fuertes, jugadores de contención preocupados más por la destrucción que por la creación.
Con ese estilo en la medular jugó Uruguay en Brasil 2014. Egidio Arévalo Ríos, Walter Gargano y Nicolás Lodeiro alternaron sus funciones como pivotes y fueron frenados por Colombia en los octavos de final.
En Sudáfrica 2010, donde Uruguay alcanzó las semifinales, Álvaro Pereira y Diego Pérez se sumaron a Egidio Arévalo Ríos. Tabárez dirigió a un grupo exitoso con un fútbol muy práctico y efectivo. Funcionó en Sudáfrica, pero pinchó en Brasil.
Cuatro años después, el seleccionador uruguayo ha dado un giro a su selección. Los hombres que luchan por uno de los puestos que manejan los tiempos de Uruguay son jóvenes preparados que no sólo pelean y corren. También juegan. Y muy bien.
Si Tabárez apuesta por su joven hornada, Uruguay tendrá en Rodrigo Bentancur (20 años), Matías Vecino (26), Nahitan Nandez (22) y Giorgian de Arrascaeta (23) un centro del campo de mucho futuro. La media de edad delata el riesgo: 22’75 años.
Pero ese riesgo, sin duda, merece la pena. La revolución es necesaria en el combinado sudamericano y los cuatro posibles titulares, con permiso del «Cebolla» Rodríguez y de Lucas Torreira, otro joven aspirante de 22 años que pelea por convencer a Tabárez, pueden cambiar un estilo.
Giménez se apunta a esta revolución. Da un respiro a la defensa y le convence: «Como tenemos jugadores de buen manejo de pelota en el centro del campo, parece que defendemos menos porque tenemos más la pelota. Eso para un defensa es importante, porque no te están atacando constantemente».
Tábarez, su estreno contra Egipto, podría dar definitivamente ese paso. En el último amistoso ante Uzbekistán, se atrevió con Vecino, Bentancur y Nandez por detrás de Giorgian de Arrascaeta, que ejerció de mediapunta. También coincidieron los cuatro en el once inicial de los choques ante la República Checa y Polonia. Pero en la fase de clasificación, nunca estuvieron juntos.
De hecho, en las alineaciones de Tabárez sólo fueron habituales Vecino y Nandez. Bentancur y De Arrascaeta fueron apareciendo al final. Sobre todo el primero, que aunque en su primera temporada en el Juventus no ha jugado mucho (948 minutos en 27 partidos oficiales), cuando lo hizo, casi siempre cumplió.
El «Maestro» tendrá la última palabra el próximo viernes. Egipto será su primera prueba de fuego. Sus cachorros están preparados para coger las manijas de una selección que ha experimentado un «baby boom» técnico en la zona de creación. Luis Suárez y Cavani, se frotan las manos.
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