Nizhny Novgorod (Rusia) (EFE).- Héctor Cúper y Óscar Tabárez son dos maestros del banquillo, un par de veteranos curtidos en mil batallas que a lo largo de casi tres décadas han coincidido en el tiempo y sólo se han enfrentado en contadas ocasiones. Y Cúper salió ganador.
El próximo viernes, en el Ekaterimburgo Arena, Cúper, técnico de Egipto, y Tabárez, de Uruguay, volverán a verse las caras después de 20 años, 2 meses y 18 días. Ese es el tiempo que ha pasado desde que el Mallorca, dirigido por el técnico argentino, un domingo 29 de marzo de 1998, diera una lección práctica al Oviedo del uruguayo en el estadio Carlos Tartiere.
Aquel día, en un partido de la Primera División española, las carreras de ambos se separaron con una victoria de Cúper, que ganó al conjunto de Tabárez 0-1 con un tanto de Gabi Amato.
Desde entonces, no se han vuelto a cruzar. Han tenido que pasar 20 años para que ambos tengan la posibilidad de darse la mano y saludarse antes del inicio de un duelo, un gesto que parece simple pero casi inédito entre los dos entrenadores.
Para remontarse a aquel 29 de marzo de 1998 hay que hacer un ejercicio de memoria. El tiempo puede esconder algunas historias, pero la de Cúper y Tabárez en la temporada 1997/98 coincidió durante 180 minutos en los que uno y otro velaron por sus intereses.
Héctor Cúper, después de cuatro años en los banquillos (debutó en 1993 con Huracán y después dirigió al Lanús) fichó por el Mallorca y formó un equipo potente en el que sobresalían nombres como los de Iván Campo, Juan Carlos Valerón, Gaby Amato, Vicente Engonga o Jovan Stankovic.
Consiguió ganar una Supercopa de España y disputó una final de la Copa del Rey que perdió en los penaltis contra el Barcelona. Después, ficharía por el Valencia, donde continuó su gafe con las finales. Perdió dos seguidas de la Liga de Campeones ante el Real Madrid y el Bayern Múnich.
Pero ese año demostró que con un equipo medio se podían hacer grandes cosas. Acabó quinto en la Liga y se clasificó para disputar la Recopa, competición a la que llegó el curso siguiente llegó a la final y la perdió ante el Lazio 2-1.
Por el camino de su gran curso, se cruzó con el Oviedo, en el que parecía que iba a ser un partido más de Liga pero que con los años se ha convertido en un duelo especial por sus protagonistas.
El Oviedo, en aquella temporada 1997/98, se había hecho con los servicios de Tabárez, que completó una buena primera vuelta en Liga. Después, en las últimas nueve jornadas, perdió ocho partidos y tuvo que disputar la promoción por la permanencia que ganó a Las Palmas.
Sin embargo, pese a ese traspiés final, Tabárez profesionalizó al club asturiano con mucha disciplina dentro y fuera del campo y con una oratoria exquisita que aún se recuerda en Oviedo. Y dejó alguna frase para el recuerdo: «Me llamo Óscar Washington Tabárez, soy uruguayo, no soy un sudaca», dijo un día cuando desde la grada le insultaron con ese calificativo.
Pero Tabárez, pese a sus métodos, no superó a Cúper. Se enfrentó al argentino dos veces, una en la primera vuelta, en el estadio Luis Sitjar, y empató 1-1. Planteó una defensa ordenada y se adelantó en el marcador por medio de Roberto Pompei, pero después Óscar Mena firmó las tablas definitivas. Ahí perdió su primera oportunidad.
La segunda y la última no la aprovechó el ya citado 29 de marzo de 1998. Cúper planteó un partido práctico y de contención. Con el gol de Amato en el minuto 29, se encerró en su área y aguantó el resultado hasta el final. El Mallorca se colocó cerca de los puestos europeos y su rival mantuvo su coqueteo con el descenso.
Algo más de dos décadas después, Tabárez tendrá la oportunidad de «vengarse». Admira a Cúper, de quien esta semana dijo que «goza de mucho prestigio» y recordó que fue elegido por la UEFA como el mejor entrenador del año 2000. Pero, sin duda, una victoria en el Mundial, decantaría la balanza a favor de Tabaréz, que un día vivió con amargura cómo fue superado por Cúper.
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