Nizhny Novgorod (Rusia) (EFE).- Jose María Giménez fue el héroe de Uruguay con su salto estratosférico hacia el cielo y con un cabezazo que acabó con la resistencia de Egipto en el minuto 89. Ese remate, no fue casualidad. Tuvo un espejo en el que mirarse: Diego Godín.
La celeste tiene dos centrales poderosos que combinan veteranía y potencia. Pero no sólo eso. Se conocen perfectamente y tienen un estilo forjado en la mano de su entrenador en el Atlético de Madrid, Diego Simeone. Son un par de centrales de un valor incalculable amasados por el técnico argentino y que Uruguay disfruta con gusto.
Pero no sólo Simeone es el maestro de Godín y Giménez. También Óscar Tabárez, que tiene una visión periférica y futurista de los partidos con la que es capaz de adelantar acontecimientos. El salto de Giménez no llegó por casualidad. Fue fruto de la insistencia del seleccionador uruguayo, que después del partido contra los faraones recordó una jugada especial.
«La foto del gol de Godín contra Italia es idéntica a la del que hoy le hicimos a Egipto. Muestra a un jugador uruguayo que salta más que todos por la pelota. Nos encanta llegar al gol a través de esa vía», dijo.
Esa vía no es otra que la del balón parado que domina el cuadro uruguayo. Y el tanto de Giménez es calcado al de Godín en el Mundial de Brasil de 2014, cuando clasificó a su selección para los octavos de final con un cabezazo idéntico ante Italia en el último partido de la fase de grupos.
Giménez clavó el remate de su compañero en el Atlético de Madrid, que es experto en goles decisivos con testarazos de época. No sólo hizo el de Italia, también es recordado por el que dio un título al Atlético de Madrid en el Camp Nou contra el Barcelona. La Liga rojiblanca, llegó con la cabeza del central de Uruguay.
Godín, claramente, tiene un heredero llamado Giménez, que se ha mirado en el espejo de su veterano compañero. Su salto imperial ante cuatro defensores egipcios puede ser el inicio de una serie de tantos decisivos que aún están por llegar porque tiene una larga carrera por delante.
«Mi remate fue con el alma, fuimos muchos a por esa pelota. El gol me tocó meterlo a mí y estoy contento por el equipo», declaró Giménez después del choque ante Uruguay.
Ese alma no es otra que la del Atlético de Madrid, con la que Godín inició su serie de remates prodigiosos un día en el Camp Nou y que prolongó en Brasil con otro cabezazo que clasificó a su selección para los octavos de final. Giménez, como su compañero, extendió el alma del Atlético de Madrid a la selección uruguaya. En un segundo, su salto dio tres puntos a Uruguay que valen oro.
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