*Por Nibia Reisch
Así nos sentimos la mayoría de los uruguayos, así lo reflejan las encuestas, así lo refleja la realidad.
Nadie escapa a sentirse inseguro, en cualquier lugar del país, a toda hora. Tenemos ese sentimiento de “¿Cuándo nos tocará?”.
Hace pocos años era impensado que, ante una salida familiar, uno de los integrantes se tuviera que quedar en su casa para cuidarla. Hace pocos años era impensado vivir trancados en forma permanente, enrejados, con alarmas y perros guardianes.
Hace pocos años, era impensado sentir que volaban los cajeros de tu pueblo. Los del banco o los de tu mutualista.
Durante años escuchamos decir a integrantes del actual gobierno, que los delincuentes eran así porque en su niñez habían pasado penurias, durante los gobierno de los partidos tradicionales. Pero hace 14 años llegaron al poder, y no sólo que no han solucionado el tema de la inseguridad, sino que la situación está mucho peor.
No den más explicaciones. ¡Brinden soluciones!
A los uruguayos nos están matando como moscas, robando lo que con mucho sacrificio se compró a lo largo de toda una vida y rapiñando en forma cada vez más violenta.
Y no es un tema de presupuesto, porque actualmente el Ministerio del Interior cuanta con un presupuesto de 882 millones de dólares anuales, 700 millones más que en el año 2000.
También cuenta con casi 5.000 efectivos policiales más, y con un desarrollo de la tecnología en los últimos años que les ayuda, y mucho, en su función.
Entonces es un problema de gestión. Cuando tienes más plata, más efectivos y más tecnología, pero el resultado es una cifra récord de homicidios, hurtos y rapiñas, algo pasa.
Hoy las víctimas sienten que el sistema no sanciona, que no las respalda, y eso le quita legitimidad. Los delincuentes perciben que tienen pocas posibilidades de ser capturados y que, en caso de que lo sean, son bajas las chances de terminar tras las rejas o existen los mecanismos para no cumplir toda la pena y salir mucho antes
El descreimiento es lo que prevalece entre los uruguayos de bien que se sienten acorralados, indefensos y desamparados. Las políticas en seguridad del Gobierno han sucumbido ante la delincuencia. Falta buena gestión, estrategia e idoneidad. Las medidas tienen que ser preventivas, no reactivas, no aparecer después de que se consumó el delito.
Esta inseguridad que vivimos, no se arregla ni soluciona con juegos de palabras, explicaciones, diagnósticos o justificaciones, sino cambiando la política y la gestión en la materia. Para enfrentar al delito, se requieren personas idóneas, capaces, buenos gestores, con conocimientos, profesionalismo, humildad, experiencia, entre otros aspectos.
El ministro del interior es el responsable objetivo de la ineficacia de la prevención, represión y la rehabilitación. En más de 8 años no ha obtenido resultados tangibles.
Y esto es calamitoso.
Cuando el Estado está ausente, los espacios que deja vacíos los ocupa la delincuencia. Es lo que está sucediendo.
En el departamento de Colonia, en las últimas semanas han acontecido hechos que marcan el grado de inseguridad en el cual vivimos. Sólo para citar algunos casos, el incendio de una finca propiedad de un ciudadano argentino, intento de robos a cajeros, disparos de armas de fuego en una finca sobre la Ruta 1, la colocación de miguelitos en las calles para frenar la persecución policial, asaltos a mano armada, copamiento con violencia en un estudio jurídico, arrebatos, robos, y más.
El grave problema de la inseguridad, es que este gobierno es parte del problema y no de la solución.
Y mientras el gobierno no nos da respuestas, seguimos perdiendo vidas, seguridad y libertad.
*Diputada por el Partido Colorado
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