Por Elio García /
Era un día más de pesca en el “Cecilia” una frágil embarcación pesquera como las tantas que existen en la zona.
Los tres salieron como siempre desde Conchillas. Allí no hay controles y no necesitaron pedir autorizaciones. Cuando levantaron las redes se encontraron con una buena jornada de pesca y sobrecargaron la embarcación. Ese fue el segundo error de una serie de malas decisiones que vendrían después.
Sobrecargados de pescados, el bote comenzó a responder más a la fuerza de la corriente que al propio viento existente en el río. Es la corriente la que empuja hacia abajo, al exterior del Río de la Plata, ese hecho ocasionó que las olas comenzaran a golpear con más fuerza a la embarcación y así fue entrando el agua por la popa.
Los tres pescadores artesanales salieron de tierra firme a las 5 y 30 de la mañana y el episodio sucede al mediodía, cuando terminan de cargar el pescado. Allí estiban mal la carga, ponen mucho peso en la parte de atrás del Cecilia, mientras trabajan en proa. Ese otro error de posicionamiento hace que comience a entrar agua. No pueden controlar el ingreso y se produce el hundimiento.
Mientras más ingresa agua, más peso toma la embarcación, los minutos del Cecilia están contados y se va a pique al fondo del lecho del río.
Decidir en el agua
Estando en el agua solo tienen tiempo en hacerse de un par de tambuchos plásticos que les permiten flotar. No tienen chalecos salvavidas puestos. Estando en el agua deciden que hacer. El patrón de la embarcación sugiere nadar a la costa e intentar alcanzarla.
Estaban lejos, fuentes de la Armada consultadas suponen la distancia estimada entre 8 a 10 kilómetros de zona costera. El trayecto para nadar era demasiado extenso, pero dos de ellos creyeron alcanzar esa posibilidad. Uno decide no acompañarlos y esa decisión será crucial, porque se trata de la persona que está desaparecida.
A los dos que salieron intentando llegar a costa, los salvó el tráfico del Canal Martín García, porque nunca lograron el propósito final de alcanzar tierra firme. El patrón y el otro marino que son rescatados son los que salieron nadando hacia el canal, llegando a una boya y siendo avistados por una draga. Fue esta embarcación que los levantó y posteriormente apareció Prefectura de Carmelo.
“Yo me quedó acá”, dijo el marino desaparecido, eligiendo la posibilidad de encontrarse con algún rescatista. No tuvo en cuenta la fuerza de la corriente que lo fue arrastrando, se quedó en el llamado “Canal Viejo”, el Canal Buenos Aires, en el lugar donde se hundieron.
Las posibilidades de encontrarlo en una isla son poco probables. Las que podría haber alcanzado se encuentran al norte y la corriente lo llevó hacia el sur. En Prefectura no perdían la esperanza de hallarlo vivo, pero cada hora que pasa, las posibilidades se reducen, si la corriente lo sigue llevando es posible que termine a la altura de La Plata, en la Argentina.
Dos escritos con el corazón
Ayer la búsqueda la realizaba Colonia, también dos unidades de Ades, un helicóptero y del lado de la República Argentina ya estaban enterados.
Uno de los sobrevivientes publicó en la red social “Dios me ha regalado una nueva vida. Solo espero merecerla.”
Y más dramático aún el pedido de la compañera del pescador desaparecido, escribió desde el corazón: “Lo único que necesito es que estés acá con nosotros. Por favor Dios tráemelo! No es justo todo esto.”