Rodrigo Bentancur juega allá donde va. Lo hizo Argentina, en Boca Juniors. Indiscutible. Después, en el Juventus, donde se ha hecho un hueco en el combinado de Massimiliano Allegri. Y, ahora, en Uruguay, con el «Maestro» Óscar Tábarez. Nadie prescinde de él, todo lo contrario.
Muchos se preguntan qué tiene Bentancur para formar parte de las alineaciones titulares de sus equipos. Su juego no es muy espectacular. No marca goles, sólo uno con Boca en los 123 partidos en los que ha participado desde que es profesional. Tampoco es aparatoso, vistoso para la grada, peliculero.
Pero Bentancur tiene algo irresistible que obliga a sus técnicos a confiar en él. Ese «algo» es su equilibrio y su elegancia. El «flaco», 1’85 de altura y 69 kilos, flota por el terreno de juego. Mueve la pelota con seguridad, con criterio, con ambición. En su primer partido del Mundial, contra Egipto, con timidez. En el tercero, ante Rusia, ya con desparpajo.
Tabárez se enamoró de él desde que se estrenó en los últimos minutos del choque clasificatorio para el Mundial que disputó ante Venezuela en mayo de 2017. Después, jugó el siguiente ante Bolivia, ya en el once titular. Y, a partir de ahí, se agarró al puesto en los cinco amistosos previos a la Copa del Mundo.
Es el máximo exponente de la joven camada de uruguayos que va a formar el grueso de la selección uruguaya en los próximos años. Casi todos los nombres del centro del campo son insultantemente jóvenes. Nahitan Nández, Giorgian De Arrascaeta, Matías Vecino y Lucas Torreira son los compañeros de generación de Bentancur.
Cuatro de ellos, De Arrascaeta, Vecino, Nandez y el propio Bentancur formaron la línea del centro del campo con la que se estrenó Uruguay frente a Egipto. La media de edad no alcanzaba los 23 años. Después, contra Arabia Saudí se cambiaron dos piezas y entraron Carlos Sánchez y el «Cebolla» Rodríguez, más expertos. Y ante Rusia, desaparecieron ambos e ingresaron Laxalt y Torreira.
Todos rotaron menos Bentancur, que aparentemente nunca sobresalió más que el resto de jugadores. Parece pasar desapercibido entre tanto joven y rodeado de los veteranos Diego Godín, Edinson Cavani y Luis Suárez, las verdaderas estrellas de Uruguay.
Pero para Tabárez, como lo es para Allegri, Bentancur es la persona que da equilibrio a su equipo. También marca el ritmo del juego. En Uruguay, es el hombre, más bien el chaval, que ha cambiado el estilo de una selección acostumbrada a un fútbol más aguerrido como marca de la casa.
Ahora el combinado charrúa juega a otra cosa y no le ha ido nada mal. La defensa sigue fuerte y no ha encajado ningún gol. Luis Suárez y Cavani han terminado la fase de grupos enchufados. Y, con otro tipo de juego, se han ganado los tres partidos, algo inédito en la historia de los Mundiales para Uruguay.
El peor partido de Bentancur fue el de su debut. No estuvo fino, pero pronto se sacudió la presión: «Estoy muy tranquilo y la verdad es que no demuestro nervios. El ‘Maestro’ (Tabárez) nos da confianza a los más jóvenes y vamos mejorando poco a poco. Hago hincapié en su confianza y en la de los jugadores. Es increíble», dijo después del choque contra Egipto.
Luego, Bentancur cumplió. Fue un guía. En total, ha recuperado siete pelotas entre los tres partidos, un 71 por ciento de intentos. También ha dado 198 pases con una precisión del 89 por ciento, ha recibido una tarjeta amarilla, ha hecho seis faltas y cobró cuatro.
Parecen datos normales, simplemente efectivos sin más. Pero para los expertos como Tabárez, las cifras no lo son todo, porque Bentancur, aunque aparentemente juegue escondido, tiene un poder oculto que convence a todo el mundo para ser una pieza indispensable allá por donde va. Su próximo reto, Portugal.
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